El verde esplendor de Malinalco durante la temporada de lluvias se revela apenas llegamos, aunque se muestra excepcional cuando se le admira desde las cimas de los cerros que lo protegen.
Nuestro recorrido comienza en la zona arqueológica de Malinalco, en donde se encuentra un santuario tallado directamente sobre la roca en la cima del Cerro de los Ídolos; es el Cuauhcalli (Casa de las Águilas), edificado para representar el poder mexica fuera de Tenochtitlán. La arquitectura monolítica es muy rara en el mundo; algunos de los otros ejemplares que se conocen tienen su origen en el mundo antiguo, como Abu Simbel en Egipto o Petra en Jordania, explica Rosendo Peralta, guía de MaliKualli Complejo Ecoturístico, en esta expedición.
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Además de admirar la fachada de esta estructura, el lugar posee una vista inigualable sobre el pueblo mexiquense, en donde resaltan a simple vista la parroquia del Divino Salvador y el ex Convento de la Transfiguración, con sus magníficos frescos indígenas del siglo XVI que representan el Jardín del Edén inspirados en la abundancia de esta tierra.
A la altura de las estrellas
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Es hora de visitar nuestro propio santuario. Con tres domos geodésicos incrustados en la ladera de un cerro, desde Glamping MaliKualli se aprecian muy bien, tanto el lento despertar del amanecer como el abrazo cálido de cada atardecer.
Cada domo acondicionado para dos personas tiene algo que le distingue: mientras que uno presume una malla para tenderse a ver el cielo; en otro, un jacuzzi exterior incita al romance y, en el tercero, un jacuzzi interior y un columpio al exterior garantizan descanso y privacidad. Todos cuentan con comedor y fogatero, así como con asador, aunque las creaciones de los chefs Rodolfo Guerrero y Giovanni López nos mantienen gustosos con molletes de huitlacoche con elote y aguacate, y café criollo recién hecho para desayunar o una tradicional trucha con hongos de temporada y un aguachile de camarón con fresa y mango para combatir el clima cálido de la zona.
Hacia el ocaso, el centro del Pueblo Mágico también presume algunas terrazas que merecen una visita; entre ellas, se encuentra la nueva ubicación de Mestizo Malinalco, en donde los chefs Carlos Ovalles y Juan Manuel Chávez acercan las cocinas oaxaqueña y mexiquense para conquistar el paladar con platillos como una sopa de frijol, puntas de cecina al mezcal y un platón de sopes con escamoles, chapulines, hormigas chicatanas o gusanos. A la hora del postre, elegir entre un helado de mole o un pastel de chocolate, y entre un coctel con jazmín o uno con fresa y manzana resulta todo un reto.
Para terminar la jornada en MaliKualli, nada mejor que una noche de cine en la cueva —con pizza, vino y palomitas incluidas— nos invita a permanecer despiertos un rato más, además de que permite admirar desde lo alto y a lo lejos el lienzo nocturno de Malinalco con miles de pequeñas luces, a ras de suelo y hasta el cielo.
Entre nubes
En esta región, el viento manda. De acuerdo con Parapente Malinalco, para ser uno de los privilegiados que conocen este Pueblo Mágico entre nubes, deben presentarse las condiciones idóneas: si hay viento con orientación sureste que oscile entre nueve y 17 kilómetros, entonces Pablo López nos puede llevar en su parapente por encima de la zona arqueológica, el convento, la parroquia, el glamping y el municipio entero.
La adrenalina corre en cuanto se llega al punto de despegue, pero una vez que el viento levanta la vela, el resto es puro placer. Y aunque en Malinalco se puede volar todo el año, las mejores condiciones se presentan de octubre a enero.
¿De ida y vuelta a Malinalco? Definitivamente, no. Aún queremos lanzarnos en tirolesa, hacer senderismo hacia los petroglifos, cabalgar cerca de los cañones y hacer la Ruta del Mezcal en cuatrimoto, y tomar clases de yoga y un masaje para descansar de todo lo demás.
En honor a los difuntos
Recordar la vida cotidiana de un difunto a través de una ofrenda monumental es la manera en que los habitantes Malinalco enaltecen la tradición de Día de Muertos, festividad Patrimonio de la Humanidad desde 2003.
Del 28 de octubre al 2 de noviembre, los malinalquenses mantienen abiertas las puertas de sus hogares para que vecinos y visitantes recuerden y conozcan el oficio del “Nuevo Difunto”, pues la tradición dicta que las ofrendas monumentales son en honor para aquellos fallecidos en el reciente año.
También el camposanto se llena de luz, color y algarabía con la celebración, a la que se tiene vista directa desde Glamping Malikualli.
El sabor de temporada de Malinalco
La sopa de cempasúchil y el mole de cempasúchil se convierten en el sabor ineludible de Malinalco para esta temporada. Para celebrar a los fieles difuntos, los chefs Carlos Ovalles y Juan Manuel Chávez, de Mestizo Malinalco, crearon dos mezclas únicas con ingredientes exclusivos de la región. Tomates amarillos criollos, chiles manzanos desvenados y pimientos amarillos y naranjas, más flores de cempasúchil libres fertilizantes o insecticidas son los protagonistas de estos dos platillos en honor al pueblo.
Por: Ivett Rangel