MUNDIAL 2022

Qatar: Espejismo en el tiempo

¡El Mundial está en marcha! El certamen deportivo nos brinda la oportunidad de explorar el complejo presente de un país que, entre el desierto árabe y mar Pérsico, conjuga tradición y futuro

Qatar 2022.Un recorrido por el país sede de la Copa del Mundo
Escrito en DESTINOS el

Con los ojos del mundo clavados en Qatar, la pequeña península sobre el golfo Pérsico, casa de la cuarta nación más acaudalada en el planeta, se revela como un enigma listo para seducir a una nueva generación de viajeros, atraídos por su laberíntico paisaje de construcciones antiguas y colosos modernos, resguardados por la magia del desierto.

Desde que en 2010, la FIFA lo anunciara como la sede que 12 años después albergaría la Copa del Mundo y, con ella, a cientos de miles de visitantes que, aún cuando el torneo haya terminado, encontrarán en su historia milenaria y en su capital ultramoderna, un nuevo destino que agregar a sus planes de viaje, la nación se ha dado a la tarea de completar su oferta de hoteles, museos, espacios públicos y puertos de entrada para acomodar, sólo durante el Mundial, a cerca de 1.5 millones de turistas y que, de acuerdo a algunos reportes, soportará un aumento de población de 13 por ciento.

Y aunque la imagen proyectada por el país ha estado envuelta en la polémica, producto de sus demostradas violaciones a los derechos humanos y políticas discriminatorias, también es cierto que los reflectores que acompañan al evento deportivo más popular en el planeta representan el esfuerzo de apertura internacional más ambicioso que ha emprendido. Qatar quiere atraer a más viajeros y, aunque quizás algunas de estas contrariedades se tengan que resolver antes de que el país se haga de un lugar entre los más visitados en el mundo, el desarrollo que ha impulsado en los últimos años demuestra un incuestionable interés en robustecer su oferta turística.

Inaugurado en 2014 tras una inversión de 15 mil millones de dólares, el vanguardista Aeropuerto Internacional Hamad –que presume ser uno de los más conectados en el mundo, al encontrarse a menos de seis horas de vuelo de 80 por ciento de la humanidad– es un símbolo del futuro que Qatar se está construyendo a toda velocidad, entre el mar y el desierto. Con capacidad para recibir a 30 millones de pasajeros anualmente –y el plan de expandirse para recibir 50 millones– la terminal aérea representa la evolución de la ciudad de Doha, que ha aprovechado esta década –y más de 300 mil millones de dólares de inversión en infraestructura– para dejar de ser una ciudad de conexión y convertirse en un destino que, por sus propios méritos, merece un viaje de varios días.

Impulsada por la apertura de más de 100 nuevos hoteles que se suman a la ya exuberante oferta de hospedaje de lujo que se extiende sobre la costa del Golfo Pérsico, la Copa del Mundo más cara de la historia tiene también el objetivo de revelarnos la riqueza, la complejidad, las contradicciones y, a final de cuentas, el encanto de un país en donde los fantasmas del pasado y los del futuro conviven en un presente tan elusivo como un espejismo en el desierto. Además de los siete estadios construidos para el certamen, y la remodelación del octavo, museos de clase mundial, como el de Arte Islámico y el Museo Nacional de Qatar, son un testimonio de la voluntad de futuro que, en poco tiempo, transformó su skyline dramáticamente.

Para satisfacer la demanda de hospedaje, más de cuatro mil camarotes de crucero se prepararon para hospedar a viajeros en la bahía de Qatar, mientras que cerca de 100 vuelos redondos entre la capital del país y otras ciudades de Medio Oriente permitirán que los viajeros se puedan quedar en hoteles de urbes como Dubai, Abu Dhabi y Riyad, y viajar a Qatar a ver algún encuentro.