El camino que se adentra en el bosque y nos da la bienvenida a Michoacán parece correr con el ánimo transformador propio de los rincones naturales que han tenido milenios para perfeccionar su paisaje: aquí, la luz se pinta de esmeralda, el sonido se infla con el correr del viento entre los árboles y los aromas adquieren la profundidad de los sitios que están en contacto con el agua.
Estamos entrando por el oriente del estado, una zona verde y boscosa en donde es fácil intuir la fortaleza de la biodiversidad. Nuestra misión: recorrer los caminos que conectan una de las zonas lacustres más dinámicas del país, para entrar en contacto con su poder restaurador y la sabiduría milenaria que sobrevive en sus comunidades artesanales.
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Con los pies en la tierra y rodeados de agua, en la forma de lagos, lagunas, presas, ríos y tormentas, es fácil recordar que Michoacán es casa de los tres lagos más grandes de México –el de Cuitzeo, Pátzcuaro y Chapala, el mayor de ellos, compartido con el estado de Jalisco– y explica por qué el nombre de esta parte del mapa, que corre hasta la costa del Pacífico, significa “lugar de pescadores”.
En este escenario, lluvioso y neblinoso, de bosques profundos, árboles altos y el canto constante de los riachuelos que le dan vida, los viajeros encontrarán cabañas, campamentos de glamping y balnearios en donde escribir su propia historia. Aprovechar el potencial turístico de esta zona promete convertirse en una fuente de ingresos adicional para las comunidades dedicadas a la agricultura y el trabajo artesanal.
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Los beneficios del bosque
Parte de Los Azufres, un destino ecoturístico enclavado en las colinas boscosas del oriente de Michoacán y cercano a Ciudad Hidalgo, en la fotogénica Laguna Larga, los visitantes pueden navegar a bordo de un kayak o una bici lancha. Además el complejo ofrece aguas termales y viveros, así como cabañas y restaurantes de platillos locales, operados por los ejidatarios. Es, también, un ejemplo de turismo de bienestar que se ha desarrollado en los destinos naturales del estado.
Magia todo el año
El Pueblo Mágico de Tlalpujahua, ubicado a poco más de tres horas en auto desde la Ciudad de México, que hace más de un siglo fue la comunidad minera más productiva del continente, es hoy un pintoresco Pueblo Mágico dedicado a otra de las grandes fiestas en el calendario: la Navidad. Desde que un habitante de Tlalpujahua aprendiera el oficio artesanal de la fabricación de esferas, esta alegre comunidad se ha entregado en cuerpo y espíritu a mantener el espíritu navideño vivo a lo largo de todo el año.
Historia a Mano
El Pueblo Mágico de Tlalpujahua, ubicado a poco más de tres horas en auto desde la Ciudad de México, que hace más de un siglo fue la comunidad minera más productiva del continente, es hoy un pintoresco Pueblo Mágico dedicado a otra de las grandes fiestas en el calendario: la Navidad. Desde que un habitante de Tlalpujahua aprendiera el oficio artesanal de la fabricación de esferas, esta alegre comunidad se ha entregado en cuerpo y espíritu a mantener el espíritu navideño vivo a lo largo de todo el año.
El curso del agua
Los cinco brotes de agua que componen los manantiales de Uranden están siendo rehabilitados como uno de los nuevos destinos más interesantes en el estado. En este paisaje verde de ríos y canales, los viajeros pueden dar distendidos paseos a pie, y en canoas sobre los canales que siguen siendo un medio de transporte para los habitantes del lugar.