El Paso, sin duda una de las ciudades fronterizas más famosas en el continente es, sobre todo, un lugar de encuentros. Aquí, en donde Texas se da la mano con México, al sur, y con Nuevo México, al oeste, la urbe se despliega como un rompecabezas en donde cada una de sus piezas identitarias –las culturas, los paisajes, la gastronomía y su manera única de hacer comunidad– compone un retrato complejo y armónico.
A sólo unos metros del aeropuerto de Ciudad Juárez –ampliamente conectado con otras ciudades del país–, es también uno de los destinos más convenientes para los viajeros mexicanos que quieren visitar Estados Unidos.
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Apenas cruzamos la frontera, pareciera que las barreras geográficas también desaparecen. No importa si hablas inglés o español, el idioma no es impedimento para conocer la cultura local, tener aventuras inolvidables y aprovechar las ofertas de los outlets.
En mi visita por El Paso tuve la oportunidad de experimentar cómo se vive el día a día en la ciudad. Mi primera parada fue en el Teatro Abraham Chávez para disfrutar Perfume de Gardenias, una obra que revive las historias de cabaret.
Este recinto, ubicado a un costado del Centro de Convenciones Williams, tiene una arquitectura distintiva en forma de sombrero; y junto al Plaza Theatre, el Don Haskins Center y al Sun Bowl, es un referente para albergar obras de teatro y conciertos musicales importantes en la escena artística nacional e internacional.
Como las actividades culturales no pueden faltar, aproveché para conocer La Nube, un museo interactivo STEAM en donde las infancias y los adultos podemos aprender a reconocer y cuidar a los animales nativos, programar código, diseñar ciudades sustentables, e incluso conectarnos con el espacio interactivo La Rodadora, en Ciudad Juárez.
En El Paso las culturas México-americanas se unen para crear una nueva identidad que se refleja en el estilo vaquero-norteño, la gastronomía y el arte. Es por eso que existen espacios como el MAAC (El Centro Cultural Mexicano Americano) que reflejan en talleres, actividades o murales el sincretismo de las culturas que comparten la ciudad.
Si eso no fuera suficiente, también hay diversas actividades para quienes buscan entrar en contacto con la naturaleza. Por ejemplo, en el simulador iFly pude sentir lo que es aventarse desde un paracaídas en un ambiente controlado. Logré desafiar la gravedad y perder el miedo a estar suspendida en el aire mientras un instructor me decía cómo debía colocarme para flotar. Al mismo tiempo, los outlets Shoppes at El Paso, The Fountains at Farah y Cielo Vista Mall, se han encargado de convertir a la ciudad en el destino ideal para hacer nuestras compras decembrinas.
Gracias a su comunidad, arte y gastronomía, El Paso reafirma su identidad como el punto de reunión para dos culturas hermanas.
Destino hermano
Si bien, su ubicación junto a Ciudad Juárez, Chihuahua, es uno de los mayores atractivos para los viajeros mexicanos, también es cierto que para quienes visitan El Paso por primera vez, cruzar la frontera puede resultar abrumador. Sin embargo, llegar al centro de la ciudad fue tan sencillo como caminar por el Puente Internacional Paso del Norte, formarme en la fila de migración, tener mi visa y pasaporte vigentes y decir cuál es el motivo de mi visita.
El sabor de la frontera
Durante mi estancia en la ciudad también visité diversos restaurantes que reflejan la diversidad de su escena culinaria. Tal fue el caso de West Texas Chophouse, donde pude probar los tradicionales cortes de carne al asador; Salt + Honey, donde tuve un desayuno muy estadounidense con sus típicos waffles con pollo; o Ambar Restaurante, lugar de cocina mexicana a la leña que es el hogar de la colección de agave más grande de América del Norte.
Con historia
La oferta de hospedaje en la ciudad incluye joyas históricas, como el icónico Hotel Paso del Norte, inaugurado en 1912 y que es parte del Registro Nacional de Lugares Históricos de Estados Unidos, y The Plaza Pioneer Park, la única propiedad en la urbe reconocida con una Llave Michelin y casa del fotogénico rooftop La Perla.
Al aire libre
Si, como yo, prefieres practicar senderismo y actividades al aire libre, el Franklin Mountain State Park es una de las experiencias que no debes perderte. Ubicado a tan solo 15 minutos del centro de la ciudad, este parque nacional es uno de los más grandes de Estados Unidos dentro de una urbanización. Aquí, descubrí cactus y agaves del desierto chihuahuense, me adentré a una de las minas de cobre con una linterna de queroseno.