Antes de pensar en pirámides abarrotadas o recorridos exprés, hay un destino en México que invita a bajar el ritmo y mirar el pasado con otros ojos. Entre campos de lava petrificada y montañas imponentes se levanta Cantona, una ciudad prehispánica tan vasta como enigmática.
Ubicada en el estado de Puebla, Cantona es una opción ideal para quienes buscan vacaciones culturales con un toque de aventura.
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Cantona: paisaje sobre lava
Cantona se localiza al noreste de la ciudad de Puebla, entre los municipios de Tepeyahualco y Cuyoaco, en el Valle de Serdán o Llanos de San Juan. Frente al sitio se alza el Cerro de Pizarro, un volcán extinto cuya erupción formó el malpaís, un extenso campo de lava solidificada donde se construyó la ciudad. A la distancia, también es posible observar el Cofre de Perote, una de las montañas más altas de México.
Llegar es relativamente sencillo: desde Puebla capital el trayecto en auto toma cerca de dos horas, mientras que desde la Ciudad de México el viaje es de aproximadamente tres. El paisaje semidesértico y la amplitud del sitio anticipan una experiencia fuera de lo común.
De acuerdo con el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), se han identificado alrededor de 4000 estructuras, una cifra excepcional en Mesoamérica.
Uno de los rasgos más llamativos es la presencia de 27 juegos de pelota, la mayor cantidad registrada en un solo sitio arqueológico en México, lo que subraya la importancia ritual y social de esta práctica. Durante su apogeo, entre los años 600 y 900 d.C., Cantona llegó a albergar hasta 93 mil habitantes, según estimaciones del INAH.
¿Por qué Cantona es la zona arqueológica más grande de México?
De acuerdo con el Sistema de Información Cultural de la Secretaría de Cultura, la ciudad llegó a abarcar más de 1400 hectáreas, aunque hasta ahora solo se ha explorado alrededor del 2 por ciento. Ningún otro sitio arqueológico del país registra una extensión similar.
El trabajo del arqueólogo Ángel García Cook fue clave para su recuperación y apertura al público en la década de 1990. Gracias al Proyecto Especial Cantona se consolidaron unidades habitacionales, terrazas agrícolas y la Acrópolis, el centro cívico-religioso ubicado en la parte más alta del asentamiento.
Los enigmas de Cantona
Hasta hoy no se ha determinado con certeza qué cultura fundó Cantona. Los especialistas consideran que recibió influencias de grupos olmeca-xicalanca, teotihuacanos y totonacos. El misterio se debe a que la ciudad fue abandonada alrededor del siglo XI, unos 500 años antes de la llegada de los españoles, posiblemente tras invasiones chichimecas.
Su ubicación fue estratégica: Cantona controlaba rutas comerciales entre el Altiplano Central y el Golfo de México, además de recursos de la Sierra Madre Oriental. Sus pobladores destacaron como artesanos en cerámica, piedra y, especialmente, en obsidiana, material clave para su desarrollo y que extraían de yacimientos cercanos.
El nombre Cantona proviene del náhuatl Caltonac, que combina calli (casa) y tonatiuh (sol), y puede traducirse como “Casa del Sol”, una referencia directa a la cosmovisión de sus antiguos habitantes.
Costos para visitar Cantona
La entrada a la zona arqueológica de Cantona tiene un costo de 90 pesos e incluye el acceso al museo de sitio. La entrada es gratuita para menores de 13 años, estudiantes, maestros y adultos mayores, y los domingos el acceso es libre para todo público, según información del INAH.
El museo exhibe objetos de la vida cotidiana, herramientas, restos humanos y piezas relacionadas con la obsidiana y la cosmovisión de la ciudad, ofreciendo un contexto indispensable para comprender la magnitud del sitio.
Explorar Cantona es caminar por una ciudad monumental que aún guarda muchos secretos bajo la lava. Si estas vacaciones buscas historia, paisajes distintos y un viaje al pasado lejos de lo convencional, esta antigua “Casa del Sol” te espera para sorprenderte.