Si aún no has viajado en el Tren Maya, el 2025 puede ser el año indicado para hacerlo y descubrir lugares emblemáticos del sureste mexicano. Además maravillarte con la riqueza natural y cultural de la región, podrás aprender acerca de sus tradiciones ancestrales, como la extracción del chicle de manera natural.
En la comunidad de Petcacab, ubicada en el municipio de Felipe Carrillo Puerto, Quintana Roo, se lleva a cabo este proceso tradicional en plena selva. Aquí, el chicle se obtiene de los árboles de chicozapote, conocidos también como árboles de chicle, cuya savia es recolectada mediante técnicas transmitidas de generación en generación. Además de esta resina, el árbol produce un fruto comestible llamado chicozapote o mamey.
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Petcacab, con una población de aproximadamente 900 personas, es un ejemplo de aprovechamiento sostenible de los recursos naturales. La extracción del chicle se suma a otras actividades productivas que han permitido a esta comunidad mantener vivas sus tradiciones y su relación con el entorno.
La palabra "chicle" proviene del náhuatl, lo que refleja su arraigo en la historia mesoamericana. En náhuatl, se dice tzictli, mientras que en maya se conoce como sicte. Ambas palabras hacen referencia al árbol del chicozapote, considerado sagrado por estas culturas prehispánicas.
Descubre el origen del chicle a bordo del Tren Maya: Un viaje de aprendizaje
Un dato asombroso, que seguramente te volará la cabeza es que masticar masillas gomosas es una práctica que se remonta al Neolítico, ¡el último período de la Edad de Piedra!. Se han encontrado vestigios de más de 14,000 años de antigüedad que podrían considerarse prototipos de chicle. Sin embargo, fueron los mayas y, posteriormente, los mexicas quienes utilizaron la savia del árbol de chicozapote para obtener un polímero gomoso que masticaban y, con otro tratamiento, empleaban como adhesivo.
Otras culturas también desarrollaron sus propias versiones de esta práctica. En la Antigua Grecia, por ejemplo, se mascaba una resina extraída de un árbol. A pesar de estas antiguas tradiciones, el chicle no se comercializó sino hasta 1848. Con el tiempo, su producción se industrializó y comenzaron a añadirse sabores, transformándolo en el producto que hoy conocemos.
Abordando el Tren Maya, puedes conocer más sobre estos procesos y presenciarlos en tiempo real. Al descender en la estación Felipe Carrillo Puerto o Limones-Chacchoben, tendrás la oportunidad de adentrarte en el legado maya, presente en sus habitantes, su lenguaje y sus tradiciones.