México alberga elevaciones imponentes, guardianas ancestrales de los ciclos del mundo y del devenir humano. Desde picos cubiertos por nieve hasta relieves inusuales, cada uno de estos colosos encierra relatos antiguos, herencias culturales y secretos aún por descubrir.
El vínculo entre las comunidades mexicanas y sus sierras trasciende lo físico. En sus cumbres viven narraciones precolombinas, fábulas de amores que desafiaron la eternidad, hazañas de heroínas legendarias y emblemas de orgullo local que han perdurado a lo largo de los siglos.
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Adentrarse en estos parajes es también una forma de tocar el alma profunda del país. Sea por su estructura, su altitud o su simbolismo, varios de estos montes se han transformado en paradas obligadas para quienes desean experimentar algo más allá de una vista impresionante.
En esta ocasión, te invitamos a descubrir tres cumbres icónicas del territorio mexicano: el Iztaccíhuatl, el Cerro de la Silla y el Pico de Orizaba. No solo destacan por su imponente presencia y entorno natural, sino también por las leyendas que los envuelven y que continúan transmitiéndose de boca en boca.
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Montañas de México con misterio en cada cima
1. Iztaccíhuatl
Entre los territorios del Estado de México, Puebla y Morelos se eleva el Iztaccíhuatl, reconocido por ser el tercer pico más alto del territorio nacional. Desde sus rutas se puede apreciar al Popocatépetl, su inseparable par. Llamado también “La Mujer Dormida” por su contorno que recuerda a una figura femenina acostada, este volcán brinda caminos ideales para quienes practican alpinismo, ciclismo de montaña o senderismo. Su cima cubierta de nieve reluce durante todo el año y se encuentra dentro de un área ecológica resguardada.
Una antigua historia cuenta que Iztaccíhuatl fue una joven noble de Tlaxcala que perdió la vida al pensar que su amado Popocatépetl había caído en una batalla. Cuando él regresó y descubrió lo sucedido, cargó su cuerpo hasta lo más alto de varias montañas y la dejó allí para siempre. Desde entonces, su silueta permanece junto a la del guerrero, que la protege eternamente.
2. Cerro de la Silla
En el estado de Nuevo León, se alza imponente el Cerro de la Silla, que destaca sobre la vista urbana de Monterrey. Con una altitud de 1,850 metros, esta emblemática elevación es uno de los emblemas más distintivos del norte mexicano. Existen caminos como “La Paila” que permiten ascender, y desde lo más alto se puede apreciar toda la ciudad. Además, se realizan actividades culturales y excursiones bajo la luna que fortalecen el vínculo entre este lugar y la comunidad regiomontana.
Una antigua historia cuenta que una mujer solloza desde la cima, representando el dolor y la valentía de los pueblos ancestrales. Los habitantes consideran al cerro como un ser protector que contempla silenciosamente el paso de los años.
3. Pico de Orizaba
Con una altitud de 5,636 metros, el Citlaltépetl, conocido también como Pico de Orizaba, es la elevación más prominente de la nación. Situado entre los estados de Veracruz y Puebla, es un punto muy visitado por quienes desean llegar a su cumbre o contemplar sus paisajes cubiertos de nieve. Es ideal para realizar actividades como escalar, andar en bici por rutas exigentes y descubrir la gran variedad de especies que habitan en la zona.
Según una antigua historia, Nahuani, una valiente guerrera de origen olmeca, perdió la vida en una batalla. Su fiel ave, llamada Orizaba, se alzó en vuelo y, en su tristeza, descendió con fuerza hasta impactar el suelo. De ese impacto surgió esta montaña, que más tarde se transformó en volcán. Desde entonces, cuando revive el recuerdo de Nahuani, su enojo se manifiesta con fuerza.
Visitar estas montañas es mucho más que una excursión, es un reencuentro con la historia, con las raíces y con la fuerza de la naturaleza. Si buscas una experiencia que combine paisajes, emoción y cultura, deja que la leyenda te guíe y anímate a conocer estas cumbres vivas.