Si alguna vez has visto una aurora boreal en fotos o videos, sabes que no hay espectáculo en el cielo que se le parezca. Son esas luces de colores que parecen bailar en el horizonte, como si la atmósfera estuviera celebrando algo. Normalmente, se observan en regiones cercanas a los polos, pero en los últimos años han comenzado a aparecer en lugares tan inusuales como México. Esto tiene que ver con un fenómeno solar que está alcanzando su punto más intenso.
En la creación de las auroras boreales el Sol es fundamental. En su núcleo se generan enormes cantidades de energía que se van acumulando hasta que logran abrirse paso a la superficie. Esta energía, al liberarse, arrastra un gas muy caliente lleno de partículas cargadas que se conoce como plasma. A veces, ese plasma es expulsado con tanta fuerza que termina viajando por el espacio hasta encontrarse con nuestro planeta. A ese fenómeno se le llama tormenta solar.
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Cuando estas tormentas solares llegan a la Tierra, se topan con su campo magnético. En lugar de entrar directo, el plasma se desvía hacia los polos, donde la protección magnética es más débil. Allí, las partículas solares interactúan con los gases de la atmósfera, como el oxígeno y el nitrógeno. Este encuentro produce luz, y dependiendo del tipo de gas, los colores pueden variar entre verdes, morados, rojos o azules. Esa luz es la que vemos como auroras polares.
En mayo de este año, una tormenta solar particularmente intensa logró que las auroras fueran visibles en países alejados de las regiones polares. Esto fue posible porque el Sol está alcanzando su "máximo solar", una etapa de su ciclo de 11 años donde su actividad es mucho más intensa. De hecho, según expertos como Mark Miesch, no hay motivo de preocupación, ya que es un proceso natural, aunque sí hay que estar atentos a sus efectos en la Tierra.
¿Qué significa "aurora polar"?
El término correcto para hablar de estas luces es "auroras polares", y se dividen según el hemisferio donde aparecen: boreales en el norte y australes en el sur. Cuando una tormenta solar es lo bastante fuerte, esas luces se expanden mucho más allá de su zona habitual. Lo que ha ocurrido recientemente es que algunas de estas tormentas han tenido suficiente fuerza como para hacer que las auroras bajen de latitud, cruzando fronteras que antes parecían imposibles.
El 1 de junio de 2025, una nueva tormenta solar encendió las alarmas de agencias espaciales. Su impacto fue tan fuerte que llegó a clasificarse con un índice Kp de 8, lo que significa que fue severa. Este tipo de tormentas no solo provocan auroras, también pueden interferir en sistemas de comunicación, navegación, redes eléctricas e incluso afectar satélites. Aunque por ahora no se han reportado fallos graves, el monitoreo continúa porque el Sol sigue muy activo.
Esta tormenta fue provocada por una fulguración solar clasificada como M8.2, originada en una región solar llamada AR4100. La intensidad fue suficiente para que la Agencia Espacial Europea y la NOAA la categorizaran como G4, una de las más fuertes en la escala. Y aunque parezca que la situación se ha calmado, aún hay regiones activas en el Sol que podrían liberar más plasma en los próximos días. Aún no se sabe si esto podrá significar auroras polares en México como ocurrió en 2024.
En octubre de 2024 también ocurrió una tormenta importante. En esa ocasión, la NOAA había advertido sobre una eyección de masa coronal que llegó a una velocidad de más de dos millones de kilómetros por hora. Si bien no causó daños, permitió observar auroras boreales en países como México, algo que pocos imaginaron posible.
Ambas tormentas están relacionadas con el mismo ciclo solar. En esta fase, el Sol invierte sus polos magnéticos y aumenta su actividad, lo que genera más manchas solares y mayores probabilidades de eyecciones de plasma. Por eso, mientras esta etapa continúe, podríamos ver más auroras en lugares inesperados.