Tepoztlán es uno de los Pueblos Mágicos que se ubican en Morelos y se caracteriza por su ambiente lleno de misticismo, así como por su impresionante paisaje natural, en donde destaca el cerro sagrado del Tepozteco, el cual posee una leyenda que ha pasado de generación en generación entre sus habitantes.
Esta formación montañosa, también cuenta con una zona arqueológica que fue construida durante el siglo XII, por los Xochimilcas quienes eran llamados Tepoztecos y quienes forjaron el "Señorío de Tepoztlán”, el cual estaba constituido por un templo, dependencias, una plaza y un área habitacional dedicados al dios Tepoztecatl.
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Así nació la leyenda del Cerro del Tepozteco
Cerca del arroyo de Axitla, cuerpo de agua que está a los pies de este cerro, vivía una princesa que le gustaba disfrutar de la naturaleza y emprendía largos recorridos para poder admirar el paisaje lleno de vegetación y hermosas flores que adornaban su camino. Además, se deleitaba con el canto de los pájaros que habitan en esta región.
En uno de sus pasos, la princesa decidió descansar en una roca. Mientras admiraba la belleza de este lugar, una hermosa ave color de rojo comenzó a acercarse a la joven, quien decidió estrechar sus manos para tomarla y poder acariciarla. Después de un rato, la joven acercó al ave a su pecho. Tras esta acción, la princesa quedó embarazada y, nueve meses después, dio a luz a un bebé sano.
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Lamentablemente, el bebé no fue aceptado por los padres de esta hermosa joven, ya que consideraban que era una deshonra para la familia. Ante esta situación, obligaron a su hija a deshacerse de su primogénito. El bebé fue abandonado por su madre en un hormiguero con la finalidad de que las hormigas se lo comieran, sin embargo, estos diminutos insectos lo mantuvieron con vida y lo alimentaban con gotas de miel.
La joven madre regresó a este lugar y se llevó la sorpresa de ver a su bebé aún con vida, razón por la cual decidió llevarlo a una penca de un maguey para dejarlo ahí y que las espinas acabaran con la vida su hijo. No obstante, el maguey se convirtió en un capullo, el cual fungía como una cuna y cerró sus hojas para protegerlo del sol. Además, de sus pencas comenzó a salir aguamiel, el cual fungía como alimento.
En un tercer intento por deshacerse de su hijo, la joven madre arrojó al infante al arroyo en una caja de madera para que fuera arrastrado por la corriente del río. Luego de que el niño desapareciera en este cuerpo de agua, fue encontrado por una pareja de ancianos que no había tenido hijos, y decidieron criarlo como propio.
Tepoztecatl creció al cuidado de sus padres adoptivos y aprendió diversas actividades que tenían que ver con la cacería, estudiar a las estrellas, la implementación de plantas medicinales, así como la agricultura. Todo parecía marchar de la mejor manera, hasta que su padre fue sacrificado para saciar el hambre de una criatura que era conocida como Xochicatl.
Ante esta noticia, Tepoztecatl decidió enfrentar a este monstruo. Tras esta noticia, el joven emprendió su trayecto al hogar de esta bestia. La estrategia que utilizó el joven fue dejarse comer por este monstruo y clavarle los pedazos de obsidiana que recogió en el camino. Ante este hecho, Tepoztecatl resultaría victorioso y los pobladores comenzaron a organizar grandes celebraciones, en las que se elevó en el cielo un gran humo blanco en la punta del Cerro del Tepozteco, señal que sería vista por sus padres y anunciaría su victoria.