Zacatlán de las Manzanas es uno de esos pueblos que parecen salidos de una de una película. Su formas, las de sus huertas de manzanos, las de sus tejados y edificios coloniales se asoman entre la serranía y quedan grabadas en la memoria de quien las mira por primera vez. No importa la estación o época del año, en cualquier temporada la neblina es una constante, es parte de la cotidianidad del pueblo; lo cubre y descubre a capricho una y otra vez.
No es un paisaje común el que se extiende ante los ojos de los viajeros, debajo de esa neblina blanca se esconde la belleza de sus casonas, el colorido de sus flores y macetones que cuelgan de los ventanales; la quietud de sus habitantes, la tranquilidad de sus calles, el aroma a pan recién hecho que emana de sus hornos de piedra y el verdor eterno de las montañas que lo rodean. Pero también de sus cascadas y paisajes serranos ideales para sacar tu lado aventurero.
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Qué hacer en Zacatlán de las Manzanas
Antes de emprender un viaje hacia las cascadas y parajes naturales de la sierra hay que pasear por sus calles, su parte más icónica es el reloj floral inmenso, una joya arquitectónica creada por el Ing. Roque Leonel Olvera Charolet quien le puso dos carátulas de cinco metros de diámetro cada uno. También está la fábrica de relojes más antigua de México, Centenario, que abre sus puertas para mostrar todo sobre ellos.
El ex convento es otro de sus tesoros, el más antiguo en el estado de Puebla -de 1562. Durante los trabajos de restauración, los arqueólogos encontraron algunos murales pintados a mano con elementos y animales que formaban parte de la cotidianidad y de la cosmogonía indígena: jaguares, venados, chozas, personajes españoles e indígenas están representados ahí.
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Otro imperdible es visitar las fábricas artesanales de sidra pues existe una gran tradición en la elaboración de los licores de fruta y de sidras, la calidad que se le conoce el champagne mexicano. También es una de las industrias de mayor crecimiento en el municipio, anualmente procesan 10 mil toneladas de manzana para elaborar un millón de botellas, de las cuales, 80 por ciento se comercializa en temporada decembrina y el resto, durante el año.
Para la hora de la aventura hay que ir al Parque Ecoturístico Tulimán que resguarda una cascada del mismo nombre, es una caída de 350 metros de altura que hipnotiza con su fuerza. Hay un sendero para subir y sólo requiere una caminata de diez minutos. También tiene un mirador que ofrece una de las mejores vistas de la cascada. Hay que llevar zapatos antiderrapantes y ropa cómoda.
En la parte alta de la cascada hay un circuito de tirolesas en las que puedes volar a diferentes alturas, sobre otra cascada más pequeña. También encontrarás zona de juegos para niños, un pequeño rapel, senderos para caminar, cabañas rústicas y restaurantes que ofrecen cocina regional como mixiote de conejo, chalupas, mole aguado, tlacoyos y pan de queso con café cultivado en la región.