Si lo que buscas es un lugar lleno de calma, naturaleza y tradición, Huautla de Jiménez podría ser ese rincón de Oaxaca que no sabías que necesitabas. Rodeado por la Sierra Mazateca, este Pueblo Mágico te lleva a tener una pausa del ritmo cotidiano con montañas cubiertas de niebla, un aroma permanente a tierra húmeda y un ambiente que parece flotar entre lo espiritual y loFotos silvestre.
Una de las paradas más representativas es la Casa Museo de María Sabina, la sabia mazateca que conectó su legado con el mundo. Allí no solo conocerás su historia, también podrás recorrer su cocina, ver fotografías históricas, y, si lo deseas, experimentar el temazcal que se encuentra en la parte trasera del recinto. Se respira un aire ceremonial, como si el pasado aún hablara desde las paredes. Todo esto, sin espectáculo, sin ruido innecesario.
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¿Qué hacer en Huautla de Jiménez?
El mirador Loma de Chapultepec es otra parada imperdible. Desde allí tendrás una vista panorámica del pueblo, rodeado por las montañas que lo protegen. Si el clima acompaña, verás el mar de nubes. Justo allí, una placa con el rostro de María Sabina parece cuidar el paisaje. Subir hasta este punto te dará no solo una gran postal, sino también esa sensación de estar en un lugar donde la naturaleza y la memoria caminan juntas.
El Cerro de la Adoración será una parte única del viaje con otro tipo de conexión: la espiritual. Recorrer sus senderos es caminar por las mismas rutas que usaba María Sabina para buscar hongos con los que realizaba sus ceremonias. Si te acompaña algún descendiente de la familia Sabina, tal vez compartan contigo algún recuerdo o enseñanza. Ya sea verano o invierno, la vegetación del cerro siempre guarda secretos: anís, flores comestibles y plantas curativas.
Para saborear el espíritu local, el mercado dominical es una verdadera experiencia. Entre los colores, aromas y sonidos, descubrirás textiles hechos con telar de cintura, hierbas para rituales, frutas, semillas y hasta joyería artesanal. También es el lugar ideal para probar la gastronomía mazateca: tamales de cebollín, pilte, mole de hueso asado o caldo de chivo. Todo sabe a hogar, todo tiene una historia que se cocina a fuego lento.
Aunque sus iglesias no son muchas, el templo de San Juan Evangelista y la Torre del Reloj forman parte del alma del pueblo. La arquitectura colonial se mezcla con la fuerza de las tradiciones mazatecas, en una convivencia tranquila pero poderosa. Allí no hay multitudes; hay ecos, silencios y campanas que aún marcan el paso del día, como hace más de cien años.
En Huautla de Jiménez, cada paso lleva al descubrimiento. Ya sea explorando grutas, visitando museos, contemplando montañas o simplemente tomando un café serrano bajo el cielo nublado, la experiencia es íntima y reparadora. Si lo que quieres es un lugar donde la naturaleza te abrace y un temazcal para vivir en calma, tu siguiente parada te espera en Oaxaca.