A menos de sesenta minutos de la capital jalisciense, se encuentra un rincón que parece pintado a mano, adoquines irregulares, arte urbano que decora las paredes, temperaturas agradables todo el año y una laguna que refleja el cielo cuando cae el sol. Ajijic, cuyo nombre en lengua náhuatl significa “lugar donde emerge el agua”, ha enamorado a miles gracias a su calma contagiosa y su alma cultural.
Este destino con reconocimiento de Pueblo Mágico se ha vuelto el escondite predilecto de muchos forasteros, sobre todo de origen estadounidense y canadiense, quienes hallaron en este sitio lo que extrañaban en su lugar de origen: sosiego, sentido de pertenencia y un estilo de vida menos agitado. Sin embargo, Ajijic no es únicamente para quienes buscan echar raíces, sino también para aquellos que quieren explorar un lugar distinto, hospitalario y lleno de momentos únicos.
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El aire artístico se respira por todas partes. Las viviendas de barro, los mercados repletos de piezas hechas a mano, los espacios dedicados al arte visual y los estudios de ceramistas le dan vida a un entorno ideal para quienes disfrutan de la creatividad. Aunque su fama ha ido en aumento, la localidad preserva su autenticidad gracias al trato cercano de su gente y a su herencia tradicional.
Su ubicación cercana a Guadalajara lo convierte en una opción perfecta para una salida corta. Ya sea viajando en vehículo, transporte público o excursión, llegar es muy fácil y cada paso del camino lo vale. Apenas se cruza el letrero de bienvenida, se percibe que aquí el reloj avanza con otro ritmo: pausado, sereno y reconfortante.
Lago, arte y sabor local
Ajijic se extiende a orillas del Lago de Chapala, considerado el cuerpo de agua dulce más extenso de todo el país. En este lugar es posible alquilar canoas, embarcarse en pequeños botes, recorrer la Isla de Mezcala o simplemente descansar frente al muelle mientras se admira el entorno. El aire suave y el ambiente sereno hacen que sea fácil quedarse largas horas contemplando.
El pueblo tiene una esencia artística que se refleja en cada rincón. Desde el emblemático Muro de los Muertos hasta más de cuarenta espacios dedicados a las artes visuales, el talento se respira en paredes, negocios y espacios para la cultura. Las raíces foráneas no han desplazado su esencia nacional, sino que han sumado a una atmósfera diversa donde se mezclan expresiones huicholes con clases de pintura.
La cocina local también es parte esencial de su atractivo. Se pueden probar charales crujientes, filetes preparados con ajo, o disfrutar de un tradicional cantarito servido en jarro de barro con tequila. Todo eso acompañado de melodías en vivo y una vista inigualable del agua convierte cada comida en una experiencia inolvidable.
Ajijic se vive caminando
La mejor manera de explorar Ajijic es caminando sin prisa. En el corazón del lugar, el gazebo, una antigua capilla del siglo XVI y varios comercios con mucho color, hacen que valga la pena cada paso. Cada miércoles, la feria callejera sobre la calle Revolución se vuelve el sitio ideal para saborear un buen tejuino y encontrar piezas artesanales únicas.
Quienes disfrutan las caminatas al aire libre no pueden dejar de visitar el Cerro del Tépalo, con sus senderos que regalan paisajes de película. Pero si lo tuyo es descansar, basta con elegir una banca frente al agua, inhalar aire puro y dejar que Ajijic te conquiste poco a poco.
Preguntas frecuentes sobre el pueblo mágico
- ¿Dónde está Ajijic?
En Jalisco, a unos 55 km de Guadalajara, a orillas del Lago de Chapala.
- ¿Cómo se llega desde Guadalajara?
En coche (1h10), autobús (desde la Central de Autobuses) o en tour.
- ¿Qué hacer en Ajijic?
Paseos en lancha, visitar galerías, caminar por el malecón, subir al Cerro del Tépalo y disfrutar del arte y la comida local.
- ¿Es un destino seguro?
Sí, Ajijic es conocido por su ambiente tranquilo y hospitalario.
- ¿Hay opciones para hospedarse?
Sí, desde posadas rústicas hasta hoteles boutique con vista al lago. Ideal para quedarse más de un día.