Cuatro motivos hacen que este Pueblo Mágico resalte entre los rincones más bellos del Estado de México, su pasado, su entorno, sus habitantes y su tamaño. Aculco, considerado el más chico del Edomex, sorprende porque aunque ocupa poca superficie, mantiene vivas costumbres antiguas y ofrece paisajes que parecen ilustraciones.
Recorrer sus callejuelas de piedra es entrar en un ambiente antiguo donde cada fachada blanca con tejas rojas transmite una sensación detenida en el tiempo. En el centro, la plaza principal con su quiosco y portales es el lugar donde se concentran visitantes y locales, generando una convivencia cercana que refleja el espíritu acogedor del sitio.
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Aunque su extensión es reducida, Aculco posee un pasado imponente. Fue levantado por otomíes alrededor del 1110, más tarde dominado por los mexicas en el siglo XIV y escenario de episodios relevantes durante la Independencia, como la derrota de Miguel Hidalgo en 1810. Estos sucesos marcaron su identidad y le dieron un gran peso histórico.
Otro atractivo está en su entorno natural. El poblado se encuentra rodeado de montañas, barrancas y saltos de agua que lo vuelven más especial. A pocos kilómetros aparecen maravillas como la Cascada de La Concepción o el Cerro de Ñadó, ideales para quienes buscan aventura o simplemente un momento de descanso.
Encanto colonial y natural
Aculco es ideal para quienes desean una escapada relajada sin viajar demasiado lejos de la capital. Se encuentra a poco más de dos horas en carretera desde la Ciudad de México y conserva la calma típica de un poblado montañoso. Con un clima templado que ronda los 14 °C, resulta perfecto para visitarse en cualquier estación.
Uno de sus mayores atractivos es la Parroquia y Ex Convento de San Jerónimo, construido en 1540. Su diseño mezcla rasgos europeos con elementos locales, reflejando la unión de culturas en la región. También destaca la Casa Hidalgo, lugar donde el líder insurgente pasó una noche en su camino rumbo a la capital.
La naturaleza tiene un papel protagónico. A unos minutos del centro se localiza la Cascada de Tixhiñú, donde el agua cae entre formaciones de basalto, creando un sitio perfecto tanto para la aventura como para la contemplación. Por su parte, la Presa Ñadó es un punto favorito de campistas y quienes disfrutan montar a caballo.
Tradiciones y sabor
A pesar de ser un lugar pequeño, Aculco conserva un calendario festivo muy animado. Entre sus celebraciones resaltan la Semana Santa, el homenaje a San Jerónimo en septiembre y el Día de la Fraternidad Aculquense, cuando vecinos y visitantes conviven entre platillos típicos y música tradicional.
En la parte culinaria, el municipio sorprende con su barbacoa, el mole y las conocidas enchiladas aculquenses. También destacan los quesos artesanales, elaborados por familias locales desde hace décadas, disponibles en rancherías y tianguis de la región.
Que sea el Pueblo Mágico más reducido del Estado de México no le quita valor. Al contrario, demuestra que la grandeza no depende del tamaño, su legado, costumbres y paisajes lo consolidan como un destino lleno de encanto que merece ser explorado.
Datos de interés turístico sobre Aculco
- ¿Dónde está ubicado?
En el norte del Estado de México, a dos horas de la CDMX.
- ¿Qué significa Aculco?
En náhuatl, “lugar donde tuerce el agua”.
- ¿Cuál es su platillo típico?
Las enchiladas aculquenses y la barbacoa.
- ¿Qué atractivos naturales destacan?
Las cascadas La Concepción y Tixhiñú, además del Cerro de Ñadó.
- ¿Cuándo se festeja su fundación?
Cada 19 de febrero, con ceremonias y actividades culturales.