La historia de los templos de Abu Simbel parecería sacada de las mismas historias de ficción, pues destaca entre todas las construcciones de Egipto como las únicas en que, por increíble que parezca, fue movida de su lugar original piedra por piedra, y trasladarla lejos del peligro que los acechaba y que podía acabar con su existencia.
La historia del Templo de Abu Simbel
Esta hermosa construcción es un complejo de dos templos construidos a petición del faraón Ramsés II para conmemorar su victoria en la batalla de Qadesh en el año 1274 a.C. La construcción tomó cerca de 20 años; el templo más grande era de él, mientras que el más pequeño era dedicado a Nefertari, su primera esposa, cabe mencionar que ningún otro templo del antiguo Egipto fue dedicado a otra esposa de otro faraón.
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¿Por qué fueron reubicados estos templos?
Tras el declive de la civilización egipcia, los templos fueron olvidados, fue hasta 1813 que un explorador llamado Johann Ludwig Burkhard hallaría algunas piezas cubiertas de arena, finalmente en 1817 uno de sus colegas, Giovanni Belzoni conseguiría tener acceso al templo. Sin embargo, la construcción de la Presa de Asuán, pondría en riesgo estos templos pues podrían desaparecer bajo el agua. Así que la opción que se tomó fue reubicarlos. Una medida que tomaría a ingenieros y fondos internacionales muchos años y una inversión de 36 millones de dólares.
Así fue que desmontaron pieza por pieza parte de los templos y volvieron a ubicarlos en un lugar seguro, ahora 65 metros más alto y 200 metros más lejano, ahora los podrás encontrar a un lado del Nilo, al sur de Egipto y cerca de la frontera con Sudán. Los templos de Kalabsha, Kertassy y Bet el-Vali corrieron con la misma suerte. Incluso, el país como agradecimiento dio a Madrid y Nueva York algunos templos e importantes tesoros.