Cada otoño, el silencio de los bosques de Nueva Jersey se interrumpe por risas, ladridos y el chapoteo de tablas deslizándose sobre el agua. No es una reunión común, sino un aquelarre moderno en el que las escobas han sido reemplazadas por paddleboards. Cientos de mujeres, vestidas con túnicas negras y sombreros puntiagudos, se reúnen en los lagos de Medford Lakes para vivir una versión acuática y alegre de Halloween.
El paisaje acompaña la magia, más de veinte lagos interconectados rodeados por pinos y hojas doradas sirven de escenario a este espectáculo inusual. Las aguas tranquilas reflejan tanto los disfraces como la energía contagiosa de una comunidad que ha hecho de este evento una tradición esperada. Las participantes, muchas de ellas acompañadas por sus mascotas, deslizan sus tablas entre carcajadas y música festiva, transformando el otoño en una postal viviente.
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La iniciativa, que comenzó como una idea entre amigas, se ha multiplicado por todo Estados Unidos. Lo que empezó como una broma entre amantes del paddleboard hoy se replica en distintos estados y hasta fuera del país. En cada edición, la consigna se mantiene, disfrutar, compartir y celebrar el espíritu libre de quienes se atreven a “volar” sobre el agua con estilo propio.
Medford Lakes, fundado en 1939, es un pequeño municipio del condado de Burlington conocido por su encanto natural y su lema: “Lagos en los pinos, el patio de recreo de verano durante todo el año”. Pero durante el mes de octubre, ese paraíso tranquilo se transforma en un escenario mágico donde los residentes celebran la creatividad, la convivencia y el sentido del humor.
Un desfile sobre el agua que conquista Halloween
Las organizadoras definen el evento como “una mezcla de diversión, deporte y comunidad”. Y no exageran, entre las tablas adornadas con calabazas, los perros disfrazados de murciélagos y los remos decorados con cintas naranjas, el ambiente es de pura alegría. Las “brujas” se lanzan al agua sin competencia ni premios, solo con el deseo de compartir una jornada distinta que combina deporte, arte y mucha imaginación.
El fenómeno, que también se replica en estados como Colorado, Florida o California, se ha convertido en una tendencia de temporada. Algunas de estas travesías incluso se organizan con fines solidarios, recaudando fondos para refugios de animales o causas ambientales. En Nueva Jersey, sin embargo, el objetivo principal es simple: disfrutar del aire libre y mantener viva una tradición que une generaciones enteras.
Más que un concurso, es una fiesta donde los vecinos se saludan, los turistas toman fotos y las tablas se transforman en auténticas escobas acuáticas. “Ser bruja no es algo oscuro”, dijo una de las participantes en tono divertido, “es una forma de ser libre y reírse de todo”. Esa energía positiva, unida al brillo del agua y los colores otoñales, convierte el evento en una experiencia que trasciende lo deportivo: es un recordatorio de que la magia, a veces, puede flotar.