ARTESANÍA

El árbol de la vida, la leyenda de Metepec que da forma a una artesanía del Edomex

Esta escultura de barro, nacida en Metepec, guarda siglos de historia y simbolismo. Cada figura, cada color y cada detalle esconden una leyenda que sigue viva.

Artesanías.El árbol de la vida, la leyenda de MetepecCréditos: Canva
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En el corazón de Metepec, Estado de México, el barro cobra vida. De las manos de los artesanos surgen formas que cuentan una historia ancestral, la del Árbol de la Vida. Más que una figura decorativa, esta artesanía representa el ciclo del universo, la fe y la herencia cultural de todo un pueblo. Su colorido, su simbolismo y la paciencia detrás de cada pieza la han convertido en una de las expresiones más emblemáticas del arte popular mexicano.

Nacido entre los antiguos pueblos alfareros del centro de México, el Árbol de la Vida combina lo prehispánico con lo colonial. Los misioneros, en tiempos de evangelización, pidieron a los artesanos una obra que explicara la creación según el Génesis: Dios en lo alto, Adán y Eva al pie, el paraíso y la serpiente del pecado. Sin embargo, los artistas locales le dieron su propio toque: flores, animales y símbolos de fertilidad que unieron las creencias indígenas con las cristianas.

Con el paso de los siglos, la tradición se mantuvo viva en Metepec, donde cada familia transmitió sus técnicas de generación en generación. Modelar el barro, darle forma, hornearlo y pintarlo a mano es un ritual que puede tomar semanas o incluso meses. Los colores intensos, las ramas curvas y los pequeños personajes que lo habitan reflejan no solo una historia bíblica, sino también las emociones, la fe y la identidad del artesano.

Hoy, el Árbol de la Vida no solo simboliza la creación del mundo, sino también la perseverancia de la cultura mexicana frente al olvido. En cada pieza hay una voz que resiste al paso del tiempo, una fusión entre el arte, la religión y la tierra misma que vio nacer esta tradición.

Una obra que representa la historia y el espíritu de México

Más allá de su aspecto religioso, el Árbol de la Vida es considerado un retrato simbólico del país: la unión entre lo sagrado y lo humano, entre lo antiguo y lo moderno. Algunas versiones incluyen escenas de la vida cotidiana, personajes históricos o incluso temas contemporáneos. Otras se inspiran en la muerte o la primavera, reforzando la idea de que toda vida tiene un inicio, un final y una transformación.

Los artesanos de Metepec, como la familia Soteno, se han encargado de preservar esta herencia. Sus obras viajan por el mundo, pero conservan la esencia del barro extraído de la tierra local. Cada escultura es única, algunas alcanzan varios metros de altura y pueden tardar más de un año en completarse. No hay dos árboles iguales, y eso es parte de su magia: cada uno cuenta una historia diferente, tan viva como el pueblo que los crea.

Entre el arte y la resistencia cultural

Aunque su fama ha traspasado fronteras, la tradición enfrenta un reto, la imitación y la pérdida del trabajo artesanal auténtico. Muchas piezas importadas buscan copiar su aspecto, pero no su alma. Por eso, desde 2009, el Árbol de la Vida cuenta con registro de marca para proteger el trabajo de las familias de Metepec.

Aun así, los talleres siguen abiertos, los hornos encendidos y las manos cubiertas de barro. Cada árbol que nace en Metepec es un testimonio de la creatividad y el orgullo mexicano. Es una leyenda moldeada con paciencia, una raíz que une pasado y presente, y una muestra de que el arte popular también puede ser eterno.