Muchas veces vemos historias en redes o en las noticias que parecen de ficción, pero pasamos de largo sin imaginar lo que realmente vivieron quienes estuvieron allí. Hoy queremos que te detengas un momento y lo pienses en serio. Imagina estar perdido en una montaña fría, sin saber hacia dónde caminar, sin tu familia y con el miedo creciendo a cada minuto. Ahora imagina que, en medio de esa angustia, aparece un pequeño héroe que no habla, pero acompaña… un perro que decide no dejarte solo. Así empieza la historia de Lucas Campaña.
Lucas Campaña, un niño de 11 años, se perdió en el cerro Puñay en Ecuador durante una excursión el domingo 9 de noviembre. Pasó tres días sin ver a nadie, caminando entre matorrales, resbalando en rocas húmedas y tratando de encontrar el camino de vuelta. Cuando lo encontraron el miércoles 12, estaba dentro de una cueva improvisada, cubierto con una camisa y con el cuerpo marcado por las caídas. La búsqueda había sido intensa: comuneros, rescatistas y personal de emergencia recorrieron la zona sin descanso.
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Las primeras prendas del niño aparecieron en medio de la montaña. Nadie sabía qué había pasado y el temor creció. Fue entonces cuando se dirigieron hacia zonas más difíciles, convencidos de que, aunque las señales no eran alentadoras, no podían detenerse. En esos momentos, cuando la incertidumbre domina, cada paso puede ser decisivo.
Lucas contó luego que sobrevivió comiendo moras silvestres y tomando agua de lluvia que encontraba en charcos. Pero lo que dejó sin palabras a todos fue el detalle más tierno de su relato: dijo que no estuvo solo. Un perro llegó a él y lo acompañó durante esos días. Le dio calor cuando la noche se volvía insoportable, se quedó a su lado cuando la pierna fracturada no lo dejaba avanzar y, según Lucas, lo ayudó a no perder la calma. “Creo que era un ángel mandado por Dios”, dijo con un tono de esperanza que eriza la piel.
¿Quién era el perrito que ayudó a salvar a Lucas?
En la comunidad identificaron al animal como Hachiko, un perro querido por la gente del lugar. Su dueña contó que había desaparecido justo los días en que el niño estaba perdido. Ese compañero peludo jugó un papel decisivo. El pequeño incluso quiso adoptarlo y lo llamó Carlitos, aunque después supo que su verdadero nombre era Hachi. Aun así, ambos crearon un vínculo que será eterno.
“Te encontramos”. Fueron las palabras que Lucas escuchó al ser rescatado. Imagina el momento: después de horas de miedo, de dolor y de frío, escuchar que ya estás a salvo. Lucas fue llevado al Hospital Pediátrico Baca Ortiz, donde hoy se recupera de una fractura en la pierna y de las heridas provocadas por las caídas. A pesar de todo, habla con una serenidad que sorprende y con un cariño enorme hacia el lomito que lo acompañó.
La comunidad entera sufrió tres días de angustia. Más de 50 personas recorrieron pendientes peligrosas, quebradas y zonas de difícil acceso para encontrar al niño. La montaña no facilitó nada: el frío nocturno, la lluvia y la vegetación espesa dificultaban cualquier avance. Pero la determinación de la gente fue más fuerte y cada rastro encontrado se convirtió en una chispa de esperanza.
Las primeras palabras de Lucas luego del rescate
Finalmente, cuando los comuneros llegaron a una cueva formada entre rocas y raíces, escucharon una voz. Era Lucas. Estaba consciente, agotado, cubierto con ramas y tierra. Su primera frase fue: “¿Estoy vivo? ¡Gracias!”. Ese instante se volvió un símbolo de esperanza para todos.
Hoy, mientras Lucas se recupera, el país entero recuerda esta historia como un abrazo colectivo. La fuerza del niño, la entrega de quienes lo buscaron y la compañía fiel de un perro que actuó como un pequeño guardián crearon un relato que toca fibras profundas. Puede que pasen los años, pero la imagen de ese niño abrazado a su compañero de cuatro patas seguirá siendo un recordatorio de que incluso en los momentos más duros, puede aparecer una luz inesperada y darnos esperanza.