Si algo puedes dar por seguro cuando se trata de las celebraciones en México, es que siempre encontramos la forma de hacerlas a nuestra manera. Así como hace unos días se volvió viral un video de un tiktoker que creó una casita de jengibre, pero en lugar de la receta clásica la armó con los favoritos callejeros mexicanos: los chicharrones preparados, ahora hay un lugar que vas a querer visitar por lo ingenioso y a la vez sencillo. ¡De los creadores de la casita de chicharrón, llega la casita de cartón!
Se trata de una casita de jengibre hecha para decorar una vivienda sobre la calle Tlacoquemécatl, una vía importante de la colonia Narvarte Oriente, en la alcaldía Benito Juárez de la Ciudad de México. Ahí, alguien decidió decorar la fachada de una casa con una casita de jengibre que no es comestible… ni de jengibre. La casita que es parte del decorado navideño de la colonia puesto por los propios vecinos, está hecha únicamente de cartón y tinta blanca.
Te podría interesar
Sí, tal como lo estás pensando: paneles de cartón, cortados y acomodados para simular varias fachadas alineadas. Sobre el material, líneas blancas dibujadas a mano imitan el glaseado clásico del pan de jengibre. Hay puertas, ventanas, techos y pequeños detalles que remiten de inmediato a esas casas navideñas de jengibre.
El conjunto está colocado sobre la banqueta, frente a una puerta azul que hace resaltar todavía más la intervención. No hay luces de colores ni estructuras gigantes, pero sí una intención clara. Esa sencillez la vuelve muy interesante y, seguramente, va a despertar respuestas de humor y también algunas críticas. Al final, la intención es lo que cuenta.
El origen de las casitas de jengibre
Aunque no se puede morder ni huele a especias, la imagen conecta al instante con el imaginario de la Navidad. El cartón, el trazo a mano y la escala casi real logran que el efecto funcione. Es una escena urbana repleta de humor, creatividad y esa dosis de ingenio mexicano que siempre encuentra cómo adaptarse al entorno.
Para entender de dónde viene todo esto, hay que ir muy atrás. El pan de jengibre tiene raíces antiguas que pasan por la Roma clásica y se consolidan en Europa durante la Edad Media. El uso del jengibre ayudaba a conservar el pan, y con el tiempo se volvió parte de celebraciones y ferias, especialmente en Alemania y Francia.
Ya en los siglos XV y XVI, las figuras de pan de jengibre se popularizaron en distintas formas: personas, animales y símbolos variados. En Inglaterra, incluso se elaboraban figuras con el rostro de invitados importantes de la corte. Con los años, la idea de dar forma al pan fue creciendo hasta llegar a construcciones más complejas.
Las casas de pan de jengibre, tal como hoy las imaginamos, aparecieron en Alemania a inicios del siglo XIX, inspiradas por el cuento de Hansel y Gretel. A partir de ahí, la costumbre cruzó fronteras y llegó a América, donde se adaptó a cada contexto, manteniendo siempre ese aire lúdico y visual.
Casitas de jengibre: de los mercados europeos a las calles de la CDMX
Hoy, esa tradición sigue presente en distintos puntos de Europa, donde las casitas de jengibre a gran escala forman parte del paisaje navideño. En Alemania, ciudades como Núremberg y Colonia levantan estructuras monumentales dentro de sus mercados; en Francia, sobre todo en Alsacia, integran los recorridos invernales; y en Reino Unido y en varios países nórdicos aparecen como instalaciones temporales en plazas y centros culturales.
En la CDMX, donde cada diciembre las calles se llenan de luces, nacimientos y escenarios fotogénicos, esta casita de cartón entra a la conversación desde otro ángulo. No compite con decoraciones monumentales ni con plazas comerciales, pero sí consigue algo importante: sacarte una sonrisa mientras caminas y recordarte que, a veces, lo más simple es lo que más se disfruta.