La historia de la aviación no se cuenta solo en los cielos, también se escribe en tierra. Mucho antes de que los aeropuertos se convirtieran en modernas ciudades dentro de las ciudades, ya existían pistas de aterrizaje improvisadas que fueron testigo de vuelos que cambiaron el rumbo de la humanidad. Algunos de esos lugares aún siguen en pie, renovados, adaptados y en plena operación, cargando con el peso de más de 100 años de despegues y aterrizajes.
Elegir los seis más antiguos no es tarea sencilla, porque varios de ellos nacieron como bases militares o escuelas de vuelo antes de convertirse en terminales comerciales. Sin embargo, todos comparten algo: fueron claves para conectar países cuando viajar en avión era una aventura reservada para unos pocos.
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Hoy, pese a los avances tecnológicos, los controles de seguridad y los millones de pasajeros, estos aeropuertos mantienen viva la memoria de aquellos pioneros que confiaron en máquinas frágiles para unir continentes.
Cada uno guarda una anécdota histórica, una ruta inicial y un legado que los mantiene en la lista de los más antiguos del mundo. Este recorrido invita a mirar más allá de las cifras actuales y a viajar en el tiempo, hacia las décadas en las que despegar era casi un milagro.
1. College Park, Estados Unidos (1909)
Ubicado en Maryland, es considerado el aeropuerto en operación más antiguo del planeta. Fue fundado por Wilbur Wright para entrenar a oficiales del ejército en los primeros aviones militares. Con el paso del tiempo, también abrió sus puertas a vuelos civiles, convirtiéndose en la cuna de la aviación estadounidense. Aunque hoy no recibe vuelos comerciales, sigue siendo un punto clave para la aviación privada y cuenta con un museo que recuerda sus inicios.
2. Hamburgo, Alemania (1911)
Con más de un siglo de historia, este aeropuerto alemán nació como base de dirigibles y más tarde se adaptó a los aviones. Tras la Segunda Guerra Mundial, se convirtió en un centro estratégico y fue sede de Lufthansa en los años 50. Actualmente conecta con más de 125 destinos, incluyendo rutas de largo alcance hacia Dubái y Doha. Su renovación millonaria en los 2000 lo transformó en un moderno hub, sin perder su lugar en la historia.
3. Bucarest Baneasa, Rumania (1912)
Creado inicialmente como escuela de vuelo, este aeropuerto se convirtió en la principal puerta de entrada a la capital rumana durante décadas. Su auge se dio con la expansión de TAROM, la aerolínea nacional, y en los años 2000 fue un imán para las low cost. En 2012, cambió su rol y quedó reservado a vuelos privados y chárter, manteniéndose como el más antiguo del Este de Europa.
4. Bremen, Alemania (1913)
Pionero en enfocarse en aviones y no en dirigibles, Bremen marcó un paso clave en la aviación alemana. En 1920 abrió una de las primeras rutas internacionales: Bremen-Ámsterdam, de la mano de KLM. Superó las interrupciones de las guerras y en los años 50 se consolidó con Lufthansa. Hoy, aunque más pequeño que otros, sigue conectando al norte de Alemania con importantes ciudades europeas.
5. Roma Ciampino, Italia (1916)
Inaugurado durante la Primera Guerra Mundial, fue por décadas el aeropuerto principal de Roma hasta la apertura de Fiumicino en 1960. Ciampino fue escenario de glamour en los años 50 y 60, con estrellas de Hollywood llegando a filmar en Cinecittà. Hoy es la base de aerolíneas low cost como Ryanair y sigue siendo esencial para quienes buscan alternativas rápidas y económicas para entrar a la capital italiana.
6. Ámsterdam Schiphol, Países Bajos (1916)
Nació como base militar en plena Primera Guerra Mundial, pero rápidamente se transformó en aeropuerto civil. Su importancia creció con los Juegos Olímpicos de 1928 en la ciudad y, pese a haber sido bombardeado en la Segunda Guerra Mundial, resurgió como uno de los hubs más grandes de Europa. En la actualidad, Schiphol ofrece más de 300 destinos y es la casa de KLM, la aerolínea más antigua del mundo.
Estos seis aeropuertos no solo mueven millones de pasajeros, también resguardan capítulos decisivos de la historia de la aviación. Viajar por ellos es caminar entre pasado y presente, donde cada despegue sigue recordando los primeros vuelos que alguna vez parecieron imposibles.