Alrededor del mundo, las fiestas de Año Nuevo significan reuniones con familiares y amigos, platillos de tradición, rituales de agradecimiento e ilusiones del futuro. La última cena del año es un puente entre pasado y futuro, y cada tiempo en el menú, una oportunidad para conmemorarlo. En la Ciudad de México ese ánimo festivo se traduce en suntuosas cenas de menús expansivos, brindis sucesivos, platos favoritos y recetas tradicionales, coronadas con el ánimo de reinvención que atraviesa a todas las grandes metrópolis.
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En el corazón de Polanco, entre restaurantes galardonados que amparan esta misma manera de entender las celebraciones, el chef Ramón Hirepán Ortíz López, a cargo del restaurante 45, apuesta por un menú inspirado en los sabores tradicionales de la capital para darle la bienvenida al nuevo año con la misma reverencia a los sabores identitarios de la gastronomía local y la voluntad de innovación que caracterizan a su cocina.
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Ubicado al interior de The Alest –un hotel boutique de sólo 19 habitaciones, perfectamente integrado a la arquitectura y dinamismo del barrio–, el recorrido por los platillos de temporada propuesto por el restaurante 45, incluye unos tradicionales romeritos con mole de Xico y camarones de profundidad; un cuidadísimo magret de pato curado, acompañado con un demi-glace de cereza negra y puré de chícharo, y una esfera de con mousse de manzana amarilla, compota de guayaba y streusel de vainilla, todo maridado con una comprensiva selección de vinos, licores y espumosos.
El diseño del restaurante que, a través de trazos Déco, acentos dorados y una propositiva colección de mobiliario de espíritu centenario, respeta el carácter arquitectónico de la propiedad y, en general, del centro de Polanco, le confieren un carácter elegante y clásico, y lo hacen el escenario perfecto para vivir una noche dedicada a celebrar el paso del tiempo.