Al sur de Bolivia, en el departamento de Potosí se encuentra el desierto de sal más grande del mundo, es el Salar de Uyuni, un paraíso blanco que se funde con el horizonte y que se puede observar desde el espacio. Se trata de un antiguo lago prehistórico que se secó y dejó un paisaje desértico de casi 12,000 km cuadrados de sal blanca brillante enmarcado por formaciones blancas y cielos tan azules como el mar.
Este salar tiene unas 100 millones de toneladas de litio y es también una gran reserva de otros minerales como potasio, boro y magnesio. De blancura infinita en el salar reina el silencio y solo es interrumpido por el sonido de las aves que pasan por aquí o que llegan para tener a sus crías, cada año. En Uyuni también encontrarás 32 islas formadas por corales y estromatolitos (bacterias) petrificados y hasta cactus gigantes.
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Qué hacer en el Salar de Uyuni
Desde lejos, el Salar de Uyuni parece una playa blanca inmensa e infinita, son 12, 000 kilómetros cuadrados de superficie por lo que es la reserva de sal más grande del mundo, con más de 50 % del total mundial. Además, aquí se pueden procesar hasta 5, 000 kilos de sal al día, tanto para consumo humano como para la construcción de casas y hoteles. Incluso, resguarda un hotel construido solo con sal: El Palacio de Sal de Bolivia.
Se trata de un resort de lujo que ofrece experiencias únicas para amantes de la naturaleza, el lugar cuenta con un restaurante de cocina reconocida a nivel internacional, habitaciones con techos transparentes que dejan ver los cielos totalmente estrellados y hasta un spa al aire libre, además de habitaciones con grandes ventanales y con amenidades que prometen una experiencia confortable.
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El Salar de Uyuni se convierte durante el mes de noviembre, en el hogar de tres especies de flamencos : Chileno, James y Andino que llegan a este desierto infinito para aparearse y poner sus huevos. Además, en medio de este mar de sal existe un oasis que cautiva a los viajeros: la Isla Pescado, llamada así por su forma similar a la de un pez y está repleta de cactus gigantescos.
Este sitio se puede recorrer en un vehículo todo terreno, hay que contratar a un guía certificado y reservar con varios meses de anticipación. La mejor época para viajar es desde mediados de enero hasta fines de febrero. En este periodo, se concentran las lluvias que inundan el salar y producen un efecto visual como si fuera un espejo gigante, aunque cualquier época es buena para conocer esta maravilla de la naturaleza.