Es fácil entender por qué Marruecos se ha convertido en el segundo país africano que más turismo recibe, sólo por detrás de Egipto. Su cercanía, no sólo geográfica, con Europa; la variedad de productos que ofrece, desde ciudades históricas hasta expansivos desiertos, y el desarrollo de itinerarios bien delineados, y acompañados por proveedores con años de experiencia para facilitar los traslados y hospedajes de quienes viajan por primera vez, ha impulsado la llegada de más e 13 millones de visitantes al año.
Con playas soleadas, ciudades milenarias en donde la cultura árabe se da la mano con las sociedades ibéricas y noches estrelladas en el desierto, un viaje por el país conjuga paisajes, texturas, aromas y épocas en un complejo tapiz que se revela tan atractivo como un espejismo. Ya sea participando en un recorrido grupal que conecte diferentes destinos o rentando un auto para trazar tu propio camino a través del país, todos los viajeros encontrarán su propia versión de Marruecos.
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Laberintos de color
Con un pie en su profundo pasado y el otro bien plantado en la modernidad, las calles Marrakech dibujan un complejo entramado de colores brillantes, texturas atrayentes y sensaciones evocadoras. De sus plazas públicas a sus hoteles de lujo, la Ciudad Roja ofrece un cambio total de escenario, en contraste con la aparente uniformidad del desierto.
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Encuentra el camino
Con 25 aeropuertos repartidos por todo Marruecos, al país no le faltan puertas de entrada por vía aérea. El aeropuerto de Marrakech-Menara, diseñado por la firma Abdellah El Ghari Architects, de Casablanca, en colaboración con el arquitecto francés Claude Constantini, y reconocido como el aeropuerto más bello del mundo según el ranking de 2017 de la Alianza Skyteam, es un testimonio del irresistible encuentro entre pasado y presente que caracteriza a todo el país.