Condes, obreros, miembros de la élite, revolucionarios, cocineros, pintores, asesinos y más. Indudablemente, este sitio sirve como un vivo recordatorio de la diversidad que conforma la identidad mexicana y del esplendor del arte mexicano. Sin embargo, antes de adentrarnos en su relato, es crucial retroceder en el tiempo, hasta los orígenes de la talavera, un elemento emblemático en la cultura mexicana que resulta fundamental para comprender la historia del lugar que estamos a punto de explorar.
La historia de la talavera nos lleva a través de varios continentes: su nombre proviene de un lugar en España, y es un tipo especial de azulejo esmaltado. La palabra "azulejo" tiene sus raíces en el árabe "az-zulaiy". Los chinos, hace muchos siglos, elevaron la ornamentación en la cerámica árabe, y luego los musulmanes introdujeron este arte en Europa. Más tarde, la talavera llegó a México (entonces Nueva España), donde la producción masiva llevó a que esta tarea fuera encomendada a los indígenas, quienes imprimieron un estilo particular. ¿Sabías que hay un sitio cubierto de talavera en CDMX?
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En pleno corazón del Centro Histórico de la Ciudad de México, sobre la emblemática Calle Madero, se alza la Casa de los Azulejos, un palacio con siglos de historia que hoy en día pertenece a Sanborns. Esta obra arquitectónica resalta por su impresionante fachada cubierta de azulejos de talavera, aunque su origen guarda una fascinante leyenda.
Este sitio fue construido alrededor del 1500, y es producto de la unión de dos casonas. Se dice que luego de que su dueño tuviera dificultades económicas se la vendió a un hombre, quien luego de enviudar se mudó a Zacatecas, dejándole la propiedad a su hija quien se casó con el Segundo Conde del Valle de Orizaba. Es por eso que a este sitio también se le conoce como Palacio de los Condes del Valle de Orizaba, ya que fue con la llegada del conde que se unieron las casonas.
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En cuanto a cómo se cubrió con azulejos, dos versiones se disputan el relato: La primera relata la historia de una mujer, la Quinta Condesa y descendiente del Segundo Conde, que residía en Puebla. Después de enviudar, regresó a la Ciudad de México y decidió habitar el palacio. Al verlo en estado deplorable, decidió remodelarlo. Ordenó cubrir la fachada con azulejos de Puebla. También mandó a rehacer en cantera labrada los arcos, columnas y cornisas de entradas y ventanas.
La otra versión, que tiene más aires de leyenda, cuenta la historia de un descendiente del Segundo Conde. Este hombre, consumido por la riqueza y sin ambición, derrochaba la fortuna familiar, causando gran deshonra a su padre. Incapaz de tolerar más la situación, su padre le lanzó una frase devastadora: "Así nunca llegarás lejos, ni harás casa de azulejos...". Estas palabras penetraron profundamente en el joven, llevándolo a un cambio repentino. Decidió demostrar a su padre su transformación remodelando la casa que antes desaprovechaba, revistiéndola de azulejos.
Sea cual sea la versión real, es indudable la importancia que este sitio tiene en la arquitectura mexicana, y además durante la historia de México ha jugado diversos papeles: luego de la Independencia de México, los títulos nobiliarios que los reyes de españa habían otorgado a quienes habitaban la nueva españa fueron anulados y es por eso que se borraron los escudos del palacio, sin embargo, la propiedad siguió en manos de los descendientes del conde.
Otro suceso crucial en la historia de este sitio ocurrió en 1828, durante un motín que desencadenó una serie de eventos violentos en la ciudad. Durante este caos social, un oficial mató a un descendiente del conde, quien en ese momento ya no ostentaba el título debido a la supresión de los títulos nobiliarios. Se rumorea que el motivo del asesinato fue la desaprobación del ex-conde hacia la relación del oficial con una mujer de la familia. Este trágico evento tuvo lugar en las escaleras del patio del palacio.
Alrededor de 1870, el palacio fue puesto en venta y pasó a manos de una familia ajena a los condes por primera vez. Sin embargo, el comprador falleció solo seis años después de adquirir la propiedad. Posteriormente, pasó a otra familia, la cual realizó varios cambios en el palacio, como la reducción de algunos espacios y la instalación de azulejos y labrado de cantera en las molduras de las ventanas.
A partir de entonces, el palacio experimentó cambios de uso muy radicales. Después de que los propietarios lo pusieran en alquiler, adquirió un uso muy singular: en 1881 se convirtió en la sede del Jockey Club, un grupo de elite mexicana que lo utilizaba para sus reuniones. Sin embargo, poco después, durante la Revolución, una parte del palacio fue designada como sede de la Casa del Obrero Mundial, lo que representaba un contraste sorprendente.
Nos acercamos a su uso actual: En 1917, el palacio, que aún estaba en manos privadas, fue alquilado por dos hermanos inmigrantes de Estados Unidos, de apellido Sanborns. Establecieron Sanborns American Pharmacy, un lugar que combinaba cafetería, farmacia, y más tarde restaurante y tienda de regalos. Abrió sus puertas en 1919 y el resto es historia.