Acapulco es uno de los paraísos de México. Es un lugar con mucha tradición, ya que desde hace muchos años las familias mexicanas, sobre todo las del centro del país, lo hicieron uno de los lugares predilectos para vacacionar, relajarse y tomar el sol, esto debido a sus playas, el mar y el buen clima que impera en la región.
Sus playas son míticas y muchas han pasado a la historia porque también muchos famosos han sido captadas en las mismas. Desde la época de oro del cine de Hollywood, estrellas de renombre mundial estuvieron aquí, así como muchos mexicanos y mexicanas que lo hicieron uno de sus sitios primordiales para el descanso, como lo es el caso de Luis Miguel.
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Cuenta con playas emblemáticas como Caleta, Caletilla, Papagayo, Barra Vieja, etc., pero ahora te vamos a contar todo de playa La Angosta, una que no te puedes perder en medio del Acapulco tradicional y que sin duda te regalará atardeceres de ensueño y donde contemplarás la inmensidad del Pacífico.
¿Dónde está La Angosta?
Llamada también La Langosta, esta playa está localizada en la costera Miguel Alemán y justo está delimitado por dos cerros que protegen la playa de los fuertes oleajes del Océano Pacífico, los cuales son el cerro del Patal, al sur, así como el cerro de la Pinzona al norte, los cuales también le dan una privacidad importante.
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Además, tiene una ubicación privilegiada, ya que es muy cercana a La Quebrada y al anfiteatro al aire libre Sinfonía del Mar. El nombre de la playa viene debido a la extracción de langostas que solía hacerse aquí hace muchos años, aunque ya no existe esa práctica. Sin embargo, ahora es un lugar ideal para relajarse.
Debido a sus postales con los cerros y los acantilados, La Angosta regala una de las mejores puestas de sol de todo el puerto, por lo que es el único lugar desde donde puede observarse al sol convertirse en un punto colorido en el horizonte antes de desaparecer.
De igual forma, a solo cinco minutos podrás llegar a ver uno de los shows de clavados más importantes del mundo como lo es el de La Quebrada, donde decenas de clavadistas valientes se avientan al mar desde alturas poco probables.