Un hilo de lágrimas une tres ciudades: Berlín, Chihuahua y Durango. En las tres, encontramos un edificio histórico conocido como el Palacio de las Lágrimas. Hoy viajamos a Durango, capital del estado del mismo nombre, para descubrir un sitio envuelto en un aura de tragedia, pero que no opaca su imponente belleza.
El Palacio de las Lágrimas, construido en 1894 y originalmente propiedad de los Loweree, una influyente familia en la industria textil de México, resalta por su fachada chaflán, que presenta un ángulo suave en lugar de una esquina recta donde se encuentran dos calles. Construido con cantera rosa, siguiendo un estilo neoclásico que intensifica su aura de misticismo, en parte debido a su sensación intrínseca de antigüedad. ¿Sabes por qué tiene ese nombre?
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Edificios históricos en Durango: Origen del nombre El Palacio de las Lágrimas
La leyenda relata que las lágrimas del palacio comenzaron mucho antes de su construcción. La propiedad anterior, habitada por dos hermanas, Clementina y Valeria Ríos, ancianas octogenarias, se resistía a ser vendida a pesar de las numerosas ofertas debido a su ubicación privilegiada. Sin embargo, un representante de una adinerada familia dedicada a la industria textil, decidido a establecer su negocio allí, les ofreció comprar la propiedad a cualquier precio.
Las mujeres mayores afirmaron que solo la venderían por 20,000 pesos en monedas de oro, una suma de enorme valor en ese entonces, considerando que el peso como moneda oficial se introdujo recién en 1863. Para su asombro, les entregaron los 20,000 pesos esa misma tarde, tras lo cual comenzaron a llorar inconsolablemente. Se les concedieron tres días para desalojar la propiedad, momento en que la finca fue demolida. Se cuenta que las ancianas pasaron días enteros llorando frente a las ruinas de lo que una vez fue su hogar.
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Las lágrimas derramadas por las mujeres y las tragedias que rodearon la construcción del edificio llevaron a los lugareños a nombrarlo el Palacio de las Lágrimas. Según el libro "Una Ciudad Lejana" de Enrique Mijares, varios albañiles perdieron la vida en accidentes durante su construcción. La combinación de estas dos historias generó una atmósfera de tristeza persistente, tanto por las lágrimas de las ancianas como por las familias de los trabajadores.
Versión alternativa
Una leyenda ofrece una versión alternativa sobre el origen del nombre de este edificio. Según esta historia, el nombre surgió de los desgarradores gritos de auxilio emitidos por los presos que colaboraban en su construcción. Debido a la escasez de albañiles en la región, se recurrió a presidiarios para levantar la estructura, los cuales eran sometidos a torturas por el siniestro hombre encargado de la obra. Aunque carece de sustento histórico, esta narrativa persiste en algunas leyendas de la capital de Durango.
Negocios en el Palacio de las Lágrimas
Parte del patrimonio de la familia Loweree, este edificio fue erigido en 1894 como una renombrada rebocería, la cual prosperó durante años hasta sucumbir a la bancarrota tras la Revolución Mexicana. En aquellos tiempos tumultuosos, el edificio, fiel a su nombre, fue testigo de las lágrimas derramadas por sus dueños y amigos.
Tras años de deterioro y breves intentos de otros negocios, en la década de 1950, el renombrado café-restaurante Excélsior se estableció en sus instalaciones. Reconocido por sus paletas con el sello de un tecolote impreso en sus envolturas, este lugar se ganó el aprecio tanto de los lugareños como de los visitantes. Lamentablemente, cerró sus puertas en 1974. Desde entonces, la ubicación ha albergado zapaterías, tiendas de ropa y, en la actualidad, alberga un restaurante de una cadena internacional.