¿Alguna vez te has preguntado a qué velocidad vuelan los aviones comerciales? ¿Cómo es posible que se pueda llegar, por ejemplo, de Ciudad de México a Buenos Aires, en Argentina, en solo 9 horas en un vuelo directo, cuando la distancia aproximada entre ambas ciudades es de 7,300 kilómetros?
Para ponerlo en perspectiva, si hipotéticamente recorriéramos esa distancia caminando a una velocidad promedio de 5 km/h (sin detenernos, lo cual es irreal pero útil para la estimación), nos tomaría alrededor de 2 meses. La diferencia entre 9 horas y 2 meses revela que la velocidad de los aviones comerciales es extremadamente alta. Te contamos por qué y cuál es.
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¿Cuál es la velocidad de un avión de pasajeros?
Para que un avión pueda volar, intervienen múltiples factores simultáneamente. Sin el respaldo de fórmulas científicas, años de pruebas y cálculos precisos, sería impensable que aeronaves que pesan más de 200 toneladas surcaran los cielos. Uno de estos factores cruciales es la velocidad. Por ejemplo, si un avión volara a 800 km/h y su velocidad se redujera repentinamente a 100 km/h, lo más probable es que no pudiera mantener el vuelo y se desplomaría.
Por lo general, la velocidad de los aviones comerciales es de aproximadamente 860 km/h, lo que equivale a 14 kilómetros por minuto. Para poner esto en perspectiva, un ser humano promedio tardaría alrededor de 3 horas en recorrer esos 14 kilómetros a pie. Los aviones comerciales más rápidos en operación actualmente pueden alcanzar velocidades de hasta 1,061 km/h.
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Al igual que un automóvil o un tren, un avión no mantiene una velocidad constante durante todo el trayecto. La velocidad varía en función de los distintos procesos a lo largo del vuelo. Por ejemplo, durante la fase de despegue, los aviones comerciales alcanzan una velocidad de aproximadamente 250 km/h, y no es hasta alcanzar estabilidad en las alturas que se va aumentando la velocidad.
En un vuelo comercial, la aeronave experimenta diferentes velocidades en cada fase del trayecto. Primero, durante el rodaje, el avión se mueve lentamente desde la zona de embarque hasta la pista de despegue. Luego, en la carrera de despegue, acelera a alta velocidad para levantar el vuelo. Una vez en el aire, alcanza la velocidad de crucero, que suele ser de alrededor de 840 km/h y es la velocidad promedio durante la mayor parte del vuelo. Finalmente, al aterrizar, la velocidad se reduce gradualmente hasta el contacto con la pista. Cada fase del vuelo requiere ajustes en la velocidad para asegurar un trayecto seguro y eficiente.