Rodeada por una densa selva verde y un río que la abraza como si quisiera protegerla, Yaxchilán es una joya arqueológica escondida entre los misterios del sur de México. Para llegar hasta sus antiguas piedras talladas, los viajeros deben recorrer el majestuoso río Usumacinta, el más caudaloso del país, y adentrarse en una aventura que combina historia, naturaleza y espiritualidad. No hay caminos terrestres que lleven hasta allí, solo el viaje en lancha permite descubrir esta ciudad perdida entre la neblina y los árboles.
La travesía inicia en Frontera Corozal, un pequeño poblado chiapaneco a orillas del Usumacinta. Desde ese punto, las embarcaciones se abren paso entre cocodrilos, aves y el eco lejano de los monos saraguatos. Navegar por este río fronterizo, que separa a México de Guatemala, es como retroceder en el tiempo, el sonido del agua golpeando contra la lancha parece marcar el ritmo de una historia que comenzó hace más de mil quinientos años.
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Al llegar, los visitantes se encuentran con una ciudad maya que floreció entre los años 350 y 810 d.C., levantada sobre una península natural rodeada por el meandro del río. La entrada conduce al edificio 19, conocido como El Laberinto, una estructura de pasillos angostos que da acceso a la Gran Plaza.
Desde allí se pueden observar estelas, juegos de pelota y templos que alguna vez fueron residencia de reyes y sacerdotes. Las piedras cuentan historias talladas con precisión, narrando batallas, conquistas y rituales que honraban a los antiguos dioses mayas.
El templo que domina la selva
El templo más emblemático es el edificio 33, ubicado en la Gran Acrópolis. En su interior se conservan dinteles tallados que relatan las hazañas de Pájaro Jaguar IV, uno de los gobernantes más poderosos de la ciudad. Desde su cima, la vista es sobrecogedora: el río serpentea entre la vegetación mientras la selva parece murmurar los secretos de una civilización que supo dominar la piedra y el tiempo.
Pero Yaxchilán no es solo arqueología, es una experiencia completa. El trayecto fluvial, la caminata entre raíces gigantes y la sensación de estar en un lugar donde la historia respira, convierten la visita en una aventura mística. Los turistas suelen describirla como una de las vivencias más impresionantes de su viaje a Chiapas, no solo por las ruinas, sino por el entorno natural y la sensación de desconexión total.
Quienes planeen visitarla deben ir preparados: ropa ligera, sombrero, agua y repelente son indispensables. La zona abre todos los días de 8:00 a 17:00 horas, y la entrada tiene un costo aproximado de $70 pesos, administrado por la comunidad local. Solo así, tras navegar, caminar y dejarse envolver por la selva, se puede descubrir por qué Yaxchilán sigue siendo uno de los tesoros más fascinantes del mundo maya.