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La leyenda detrás de la zona arqueológica oculta de Morelos

Explora un antiguo sitio tlahuica, donde las aguas guardan secretos sobre figuras legendarias, serpientes talladas en piedra y templos que aún susurran

Leyenda.La zona arqueológica oculta de MorelosCréditos: Pexels/ Ericka Sánchez
Escrito en DESTINOS el

A unos kilómetros de Cuernavaca, entre caminos rurales y una laguna que guarda siglos de secretos, se encuentra Coatetelco, un pequeño municipio que es hogar una de las leyendas más antiguas y misteriosas de Morelos. Su nombre, proveniente del náhuatl, significa “lugar de las serpientes en los montículos de piedra”.

Se dice que, durante la peregrinación de los tlahuicas en busca de un nuevo hogar, su sacerdote enfermó y pidió ser enterrado a la orilla del lago. En su tumba, tallaron una serpiente con la boca abierta, símbolo que dio origen al nombre de Coatetelco. Desde entonces, la laguna se volvió un espacio sagrado, punto de encuentro entre los vivos y los espíritus. Los habitantes aún aseguran que, en las noches de luna llena, el reflejo del agua parece moverse como si una sombra antigua nadara bajo la superficie.

Pero no es la única historia que ronda el lago. Hay quienes hablan de Cuauhtlitzin, la princesa tlahuica conocida también como la Tlanchana, una especie de sirena que, según la leyenda, creó la laguna con sus lágrimas. Dicen que los dioses, al ver su tristeza, inundaron los campos para proteger a su gente de los invasores, y desde entonces su espíritu habita en las profundidades del agua. Algunos pescadores afirman escuchar su canto cuando el viento sopla del norte, y aseguran que si la diosa se va, el lago se seca.

No es simple coincidencia que en 1985, cuando la laguna se secó por completo, muchos creyeran que Cuauhtlitzin había abandonado el lugar. Esa misma noche, aseguran, se vio una figura femenina caminando hacia la laguna de Tequesquitengo. A partir de entonces, la zona recuperó lentamente su agua, y la gente empezó a dejar ofrendas de flores blancas cada junio y noviembre, durante las fiestas de Teopixqui, para mantener a la diosa contenta y al pueblo protegido.

Zona arqueológica de Coatetelco: historia, tradiciones y leyendas

El entorno arqueológico de Coatetelco también guarda secretos milenarios. Construido por los tlahuicas durante el periodo Posclásico, conserva basamentos piramidales, plataformas y un juego de pelota donde se rendía culto a Ehécatl, figura vinculada con el viento y las fuerzas de la naturaleza. Caminar entre sus piedras es como retroceder en el tiempo: los muros estucados aún guardan rastros del rojo con el que fueron pintados, y la plaza principal parece esperar el eco de los tambores que marcaban los rituales antiguos.

Durante siglos, este sitio fue un punto crucial en la ruta que conectaba Xochicalco con Tula, lo que explica la presencia de un Chac Mool entre sus restos. Sin embargo, con la llegada de los españoles, todo cambió. El templo de Cuauhtlitzin fue destruido y sobre sus cimientos se levantó la iglesia de San Juan Bautista. Hoy, los pobladores dicen que en las madrugadas, cuando el viento sopla entre los muros, se escuchan susurros que parecen venir de los cimientos.

Coatetelco: la laguna y legado ancestral

Visitar Coatetelco es una experiencia sensorial. Su laguna, rodeada de garzas y patos, es el escenario perfecto para conocer una comunidad unida. Los pescadores aún lanzan sus redes al amanecer y, después de trabajar, se reúnen en los restaurantes a la orilla del agua, donde preparan mojarra frita o al mojo de ajo mientras relatan historias sobre los cantos de la Tlanchana.

Aunque muchos visitantes llegan por curiosidad, terminan quedándose por la conexión que se siente con el entorno. El aire tiene un aroma a humedad y lirios, y las piedras parecen contar lo que los libros no dicen. Es un sitio donde la historia y el mito se cruzan, donde cada piedra puede ser una pista de una civilización que entendía la tierra como un ser vivo. La zona arqueológica, abierta todos los días, permite recorrer sus estructuras con guía y conocer el pequeño museo que guarda piezas originales.

Hoy, Coatetelco sigue siendo un espacio vivo, donde las leyendas se mantienen gracias a la voz de sus habitantes. Cada historia, desde la del sacerdote tlahuica hasta la de Cuauhtlitzin, refleja la fuerza con que esta comunidad protege su memoria. Quizá por eso la laguna nunca deja de moverse, como si respirara.