DESTINOS ÚNICOS

La zona arqueológica cerca de Monterrey que pocos conocen y cuesta menos de 100 pesos

Más de 3,000 petrograbados muestran la vida y creatividad de grupos humanos que habitaron la región hace 8,000 años

Nuevo León.La zona arqueológica cerca de Monterrey Créditos: Creative Commons/ BIOLOGO JORGE AYALA
Escrito en DESTINOS el

Cuando escuchamos sobre zonas arqueológicas en México, lo primero que viene a la mente son lugares como Quintana Roo, Oaxaca o Guerrero. Pero hay estados que no suelen aparecer en los listados turísticos y aún así tienen tesoros arqueológicos que son increíbles. Nuevo León es uno de esos, con una sola zona abierta al público, pero cargada de historia y misterio.

Se trata de Boca de Potrerillos, ubicada en el municipio de Mina, a unos 60 kilómetros al noreste de Monterrey. Para llegar se toma la Carretera rumbo a Monclova y, al kilómetro 49, se gira a la izquierda para continuar por terracería unos ocho kilómetros. Todo esto en poco más de una hora desde la capital del estado.

El sitio ocupa unos seis kilómetros cuadrados en los valles interserranos de la Sierra Madre Oriental, justo entre los cerros de La Zorra y El Antrisco. Su nombre proviene de la “boca” o entrada al Cañón de Potrerillos, un lugar que tiene tanto la aridez del desierto como vistas rocosas que parecen conservar secretos de hace miles de años.

Boca de Potrerillos tiene una de las colecciones más grandes de arte rupestre de México. Más de tres mil petrograbados cubren miles de rocas distribuidas en el flanco oriente de los cerros. Aunque hay algunas pinturas, la mayoría son grabados que muestran la creatividad y la vida de los grupos que habitaron la zona hace hasta 8 mil años.

Costo de entrada para visitar Boca de Potrerillos

El sitio arqueológico abre sus puertas de martes a domingo, de 10 a 18 horas, con una entrada de solo 65 pesos. Además de admirar los miles de petrograbados, los visitantes pueden recorrer senderos empedrados, cruzar un puente colgante y visitar el pequeño museo del lugar. 

Además de los grabados, el lugar es hogar de hornos prehispánicos, conocidos como fogones, y restos de herramientas de piedra que los antiguos habitantes usaban para cazar, recolectar y procesar alimentos. Los arqueólogos han encontrado también polen y restos vegetales que indican que la región fue más húmeda y verde en el pasado, muy distinta al desierto actual.

Los pobladores que dejaron estas marcas eran cazadores y recolectores seminómadas, parte de grupos que los mexicas llamaban chichimecas. Volvían a Boca de Potrerillos según las estaciones y las oportunidades de caza o recolección, dejando un registro gráfico que ha sobrevivido miles de años, aun cuando desaparecieron como grupo hacia fines del siglo XVIII.

Los petrograbados tienen distintos estilos y propósitos. Algunos muestran figuras geométricas, otros representan herramientas de caza o símbolos rituales. También hay indicios de que algunas rocas funcionaban como observatorios astronómicos, permitiendo a los antiguos calcular ciclos de siembra, caza o recolección mediante la posición del sol y las estrellas.

El arte portátil, que incluye piedras grabadas con motivos como mariposas, flores o símbolos geométricos, también está presente en la zona. Estas piezas debieron tener un uso personal o ritual, complementando la obra parietal visible en los cerros. La combinación de ambos tipos de arte permite comprender un poco más la vida de estos grupos milenarios.