En un país lleno de zonas arqueológicas, uno de los hallazgos más inquietantes se esconde en el llamado Cerro del Judío, al sur de la Ciudad de México. Ahí se encontró un fragmento de los famosos silbatos de la muerte, unos artefactos mexicas que causan escalofríos por el tipo de sonido que emiten.
Aunque fueron descubiertos en otras excavaciones desde los años noventa, el hallazgo en Mazatepetl reavivó el interés por estos objetos tan peculiares. Se les atribuye un uso ceremonial, vinculado a deidades como Ehécatl, dios mexica del viento y una manifestación de Quetzalcóatl, y Mictlantecuhtli, dios de la muerte y señor del Mictlán.
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Estos silbatos tienen forma de cráneo y están hechos de cerámica. Lo perturbador es su sonido, ya que muchos lo describen como un grito humano desgarrador, de esos que se meten en la piel. Aunque algunos expertos afirman que las réplicas modernas exageran el efecto, los originales aún logran generar una atmósfera extraña, como si el viento contara historias del más allá.
El sitio donde se halló este silbato forma parte de un asentamiento otomí con una pirámide del siglo XIII, esculturas antiguas y una escalinata con una tortuga que tiene garras de jaguar. El lugar se encuentra a 2,750 metros de altura y ha sido parte de un trabajo de recuperación impulsado desde el año 2000. Además, en Semana Santa, la zona cobra vida con las celebraciones populares en honor a San Bernabé, el patrono del pueblo. Cada año los vecinos suben para participar en la procesión.
¿Qué otros nombres tiene el Cerro del Judío?
Aunque su nombre actual es Cerro del Judío, el más antiguo es Mazatepetl, que significa Cerro de los Venados. Esta zona forma parte del Parque Nacional Lomas de Padierna y también es un Área Natural Protegida. Si algún día quieres ver dónde apareció uno de los instrumentos más inquietantes del México prehispánico, este cerro es una buena idea. Nada como caminar entre naturaleza, pirámides y ecos del pasado.
¿Qué significa el silbato de la muerte?
El silbato de la muerte se considera una pieza ceremonial asociada especialmente con el tránsito hacia el inframundo. Su diseño, su forma de cráneo y el sonido que emite —semejante a un grito humano— han llevado a muchos a pensar que tenía un propósito ritual muy específico.
Investigadores sugieren que estos silbatos pudieron usarse en ceremonias fúnebres, en rituales dedicados al viento, pero también hay teorías que los relacionan con sacrificios. Más allá del misterio, el silbato refleja la relación entre los mexicas y la muerte, entendida no como un final, sino como una transición. Y aunque hoy muchos se asombran por su aspecto o su sonido, lo verdaderamente valioso es la historia que encierra: una forma de ver el mundo que sigue viva en los vestigios que han resistido el paso del tiempo.