¿Fenómeno meteorológico o bendición divina? Cada año, en los meses de mayo y junio, en la ciudad de Yoro, en Honduras, ocurre un evento que aún no tiene una explicación; cientos de peces caen del cielo después de una intensa lluvia de tres horas, la aparición de nubes densas en el cielo, viento y relámpagos… ocurre la llamada “lluvia de peces”.
Para el aprovechamiento de la lluvia de peces, en Yoro hay algunas iniciativas que crean subproductos derivados de los peces vivos que aparecen en el suelo una vez que dejó de llover; y con ello favorecer la economía de esta comunidad hondureña.
Te podría interesar
¿Cuándo es la lluvia de peces en Yoro?
Yoro se localiza en la región centro - norte de Honduras y ocupa una extensión de 7,781 kilómetros cuadrados; cabe recordar que la temporada de huracanes y ciclones tropicales de este 2025 inició el 15 de mayo para el Océano Pacífico, y a partir del 1 de junio comenzará en el Atlántico, por lo que son los meses en los que se hace presente la lluvia de peces en Yoro.
De acuerdo con las diversas narraciones y relatos de los habitantes de Yoro, así como algunos medios de comunicación que han documentado estos hechos, comentan que todo inicia cuando densas nubes hacen que el cielo se oscurezca para enseguida presentarse truenos, relámpagos y actividad eléctrica, además de vientos intensos y una fuerte lluvia.
Cuando toda esta actividad desaparece, los habitantes de Yoro encuentran a todos los peces tirados en el piso; son de agua dulce, pequeños y de acuerdo a los lugareños esta especie no habita las áreas cercanas a Yoro. Una vez que los peces son recolectados, las personas los llevan a sus casas para su consumo.
Mientras no se tenga una explicación científica de por qué ocurre la lluvia de peces en Yoro, hay quienes sugieren que es efecto de un fenómeno meteorológico, sin embargo, entre la población de esta ciudad hondureña se tiene una fuerte creencia de que es producto de un milagro.
La creencia local que atribuye un milagro divino refiere que entre los años 1856 y 1864, el padre Manuel de Jesús Subirana, sacerdote católico español, oró durante tres días y tres noches para pedir a Dios un milagro y ayudar a toda la gente pobre y sin alimento de este lugar.