A solo unos minutos del centro del Pueblo Mágico de Valladolid, se encuentra un escenario natural que parece sacado de un cuento, el Cenote Oxmán. Rodeado de vegetación selvática, aguas cristalinas y las ruinas coloniales de la Hacienda San Lorenzo Oxmán, este sitio invita a sumergirse literalmente en la historia y la naturaleza del Yucatán profundo.
Visitarlo es una experiencia única. Basta con asomarse a su plataforma para quedar hipnotizado por el intenso color azul de sus aguas y por las raíces que descienden como hilos dorados hasta tocar la superficie. Su belleza no solo enamora a los turistas, sino que también ha convertido a este rincón en uno de los lugares más fotografiados de la región.
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Lejos del ruido de las grandes ciudades, el ambiente aquí es de calma total. El murmullo del viento, el canto de las aves y el eco de las voces que se mezclan en el interior de la caverna crean una atmósfera mágica, ideal para quienes buscan desconectarse del mundo exterior.
El Cenote Oxmán es, además, un testimonio vivo del pasado henequenero del estado. La hacienda que lo alberga, construida en el siglo XVIII, fue una de las más importantes de la llamada “época del oro verde”, cuando el cultivo del henequén impulsó la economía yucateca.
Un oasis entre historia y aventura
Bajar al cenote implica descender más de 70 escalones tallados en piedra. Al llegar al fondo, el visitante puede optar por zambullirse suavemente o lanzarse con la cuerda que cuelga desde lo alto, uno de los mayores atractivos del lugar. Esta especie de “tirolesa” improvisada es ideal para quienes buscan un toque de adrenalina antes de relajarse en el agua de tonos verde-azulados.
El cenote tiene una profundidad que alcanza los 20 metros y su forma semicircular permite que la luz del sol penetre directamente hasta el fondo, creando destellos dorados sobre las raíces y las paredes rocosas. Todo este conjunto natural parece una piscina encantada en medio de la selva.
Tras el baño, la hacienda ofrece múltiples espacios para descansar. Se puede disfrutar de una comida en su restaurante, famoso por su longaniza de Valladolid, guacamole y aguas frescas, o pasar la tarde en la piscina exterior, que se alimenta del mismo cenote. También hay un área de hamacas donde el tiempo parece detenerse.
Cómo llegar y cuándo visitarlo
El Cenote Oxmán se encuentra a menos de 15 minutos del centro de Valladolid, y puede accederse en automóvil, taxi o bicicleta. Quienes viajan desde Cancún o Tulum tardan unas dos horas, mientras que desde Mérida el recorrido es de poco más de una hora y media.
El sitio abre todos los días entre las 8:00 y las 18:00 horas y ofrece distintas opciones de entrada, la básica cuesta alrededor de 150 pesos, mientras que el acceso completo, que incluye crédito para consumir en el restaurante y uso de la piscina, ronda los 250 pesos mexicanos.
La mejor hora para visitarlo es por la mañana, cuando los rayos del sol iluminan el interior y el sitio aún conserva su quietud. Durante los fines de semana y días festivos suele recibir hasta 600 visitantes diarios, por lo que se recomienda llegar temprano para disfrutarlo con mayor tranquilidad.
Una joya natural del Yucatán
El Cenote Oxmán combina en un mismo lugar naturaleza, historia y tradición. Es un espacio que conecta con el pasado maya, que consideraba a los cenotes portales sagrados hacia el inframundo, y con el legado colonial de las haciendas que marcaron la identidad yucateca.
Entre raíces que parecen tocar el cielo, aguas que hipnotizan por su transparencia y la arquitectura colorida de una hacienda del siglo XVIII, Oxmán se ha convertido en uno de los lugares más encantadores del sureste mexicano. Un rincón donde la naturaleza y la historia se funden para ofrecer una experiencia que, más que turística, es espiritual.