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El pueblito mágico del Edomex para comprar jarritos y ollas de barro para un café caliente

Un rincón escondido del Estado de México guarda la tradición más antigua del barro. Aquí nacen los jarritos perfectos para un café calientito.

Pueblos Mágicos.Pueblito mágico para comprar jarritos y ollas de barroCréditos: Freepik
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A solo unos minutos de Ixtapan de la Sal existe un lugar que parece detenido en el tiempo. Un pueblo donde la vida gira alrededor de un oficio heredado de generación en generación, la alfarería. San Pedro Tecomatepec, pequeño en tamaño pero enorme en tradición, se ha convertido en un sitio obligado para quienes buscan llevar a casa el sabor y el aroma de lo auténtico en forma de jarritos y ollas de barro.

El visitante que llega se encuentra primero con su plaza central. Allí destaca una escultura gigante de barro, un homenaje visible a la identidad de esta comunidad. Muy cerca, se levanta la iglesia del siglo XVI con su fachada blanca y detalles coloridos que, según cuentan, se ha convertido en punto de reunión y orgullo local. Cada rincón parece susurrar historias de manos trabajadoras que, día tras día, moldean la tierra para convertirla en arte.

El aire huele a tierra húmeda y a leña. No es casualidad, al caminar por las calles, los pobladores invitan a los forasteros a conocer sus hornos. Abrir esas puertas es entrar a un mundo donde el barro cobra vida, donde un simple pedazo de tierra se transforma lentamente en un recipiente capaz de conservar el calor de un buen café o el sabor de un guiso casero.

Lo que sorprende al llegar no es solo la belleza de las piezas, sino la hospitalidad de la gente. San Pedro Tecomatepec no es un destino turístico masivo, sino un refugio cultural donde el visitante se siente parte de la comunidad. Aquí, los artesanos no solo venden, también cuentan, explican y enseñan con orgullo cada paso de su labor ancestral.

San Pedro Tecomatepec, tierra del barro

Este pueblo mexiquense debe su fama al barro que extraen de una mina comunitaria. Con paciencia, los artesanos limpian la tierra, la baten, la dejan reposar y la convierten en una masa lista para moldear. A partir de ahí, las piezas pasan por un proceso largo, amasar, cortar, dar forma, secar, limpiar, pintar y hornear. Un trabajo que puede tomar desde cuatro horas hasta dos días, dependiendo del tamaño.

El resultado son jarros, cazuelas, floreros, incensarios, lecheros, figuras de animales y un sinfín de creaciones que conquistan tanto a locales como a visitantes. Lo interesante es que, aunque se conserva la técnica tradicional, muchos talleres ya experimentan con pinturas acrílicas para darle un aire moderno a sus piezas sin perder su esencia.

Un viaje que sabe a hogar

Tomar un café o un atole en un jarrito de San Pedro Tecomatepec no es cualquier cosa. es beber historia, identidad y calidez en un solo sorbo. Tal vez por eso este pueblo ha mantenido viva la tradición incluso cuando algunas costumbres, como el trueque de productos en el tianguis, ya han desaparecido con el tiempo.

Hoy, visitar este rincón del Estado de México es mucho más que comprar artesanías. Es caminar entre talleres familiares, descubrir técnicas centenarias, conversar con artesanos y llevarse a casa no solo un objeto, sino una experiencia cultural que perdura más allá del viaje.

Jarritos y ollas de barro. Fuente: Especial

Cómo llegar al corazón del barro

San Pedro Tecomatepec se encuentra dentro del municipio de Ixtapan de la Sal, a tan solo 5 a 8 minutos en auto del centro de este Pueblo Mágico. No hay grandes hoteles en la zona, pero la cercanía con Ixtapan garantiza todas las comodidades. Esa corta distancia lo convierte en una escapada ideal para quienes buscan un día diferente: entre hornos, tianguis y la calidez de una comunidad orgullosa de su herencia.

Si lo que buscas es un sitio auténtico donde cada jarro cuenta una historia, este pueblo mexiquense es el destino perfecto. Porque aquí, entre manos de barro y sonrisas sinceras, el café caliente sabe todavía mejor.