Olvídate del estrés de la ciudad y ponte rumbo al Pueblo Mágico Xochitepec. A sólo veinte minutos en auto te espera Xochicalco, un sitio arqueológico que la UNESCO abrazó como Patrimonio de la Humanidad en 1999. Morelos coloca este par de planes en bandeja de plata para tu próxima ESCAPADA al famoso “estado de la eterna primavera”, así que prepara el playlist, arma unos ricos sándwiches y que inicie el viaje.
Xochicalco es una zona arqueológica que brilló durante el periodo Epiclásico (650-900?d.C.), poco después de la caída de Teotihuacán. Su gente levantó terrazas sobre la montaña, diseñó un sistema de drenaje pluvial que deja boquiabiertos a los ingenieros modernos y construyó edificaciones de varios pisos junto a tres canchas de pelota. El toque maestro lo pone un observatorio astronómico que ningún otro lugar de la región presume.
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Las paredes aún exhiben influencias teotihuacanas y mayas: serpientes emplumadas talladas en el famoso Templo de las Serpientes Emplumadas, crónicas pétreas de migraciones y conflictos que redefinieron Mesoamérica. El observatorio roba miradas cuando, durante 150 días al año, un rayo solar se cuela por un ducto y pinta de luz la cámara interior, un espectáculo que el guía narrará con toda la emoción que merece.
El nombre “Xochicalco” significa “lugar de la casa de las flores”, homenaje a la explosión de colores que cubre los alrededores y adorna los relieves de la antigua urbe. La ciudad se alzó sobre una colina a 130 metros de altura y sus espacios dividieron la vida política, religiosa y militar. Hoy te recibe un museo que resguarda piezas originales y anécdotas jugosas, la excusa perfecta para cerrar la visita con datos curiosos que sumarás a tu repertorio viajero. Así que no dejes pasar la oportunidad del viaje 2x1: Zona arqueológica más Pueblo Mágico.
¿Qué hacer en Xochitepec?
Saca la agenda viajera y apúntate una parada en Xochitepec si visitas Xochicalco. Xochitepec es un Pueblo Mágico certificado por la Secretaría de Turismo. Entre callejones llenos de color, antojitos y balnearios de agua clara, el plan se arma solo. Lánzate al Balneario Campestre Xochitepec para un chapuzón de manantial y, ya que andas por ahí, reserva un ritual en los Temazcales; saldrás ligero como pluma.
El río Apatlaco marca el ritmo de la tarde mientras una lancha te pasea junto a garzas curiosas y sauces que rozan el agua. Baja en el muelle, pide un par de tacos que chisporrotean sobre la parrilla y deja que la salsita mejore todo. ¿Más naturaleza? El río Tetlama será la parada perfecta con un tono verde esmeralda.
Cuando te pique la curiosidad histórica, cruza la puerta del Museo Doctor Emeterio González. Su colección roza las quinientas piezas, entre ellas un meteorito que aterrizó en el ejido Zazacatla; sí, literal, una roca espacial que atravesó el cielo morelense. Recorre vitrinas con herramientas prehispánicas, fósiles y máquinas médicas que parecen salidas de una película vintage.
Remata la jornada en el Centro Cultural Xochitepequense, antiguo claustro del convento de San Juan Bautista erigido en el siglo XVI. Sus pasillos guardan el Museo Campesino; y con este puedes unir las visitas a la parroquia de San Juan Evangelista y al mercado municipal. Al final del día volverás al hotel con la memoria del celular repleta y una enorme sonrisa.