A solo 45 kilómetros de Xalapa, en pleno corazón de la Sierra Madre Oriental, se encuentra un pequeño tesoro de Veracruz que da la sensación de haber quedado congelado en otra época. Se trata de Naolinco de Victoria, una localidad recientemente incorporada a la lista de Pueblos Mágicos, donde las costumbres, los paisajes y los colores conviven en armonía para brindar una vivencia única.
Uno de los aspectos más singulares de este sitio es su clima cambiante. Es posible que el día comience con un cielo despejado, luego lleguen algunas lluvias al mediodía, por la tarde aparezca una densa neblina y finalmente cierre con una puesta de sol radiante. Esta peculiaridad coincide con el significado de su nombre, que proviene del náhuatl Nahui Ollin Co, interpretado como “el sitio de las cuatro estaciones”.
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Al llegar, lo primero que impacta la vista son sus casonas de tonos vibrantes, los balcones metálicos ornamentados y sus calles construidas con piedras de origen volcánico que conducen hasta el centro histórico. Allí se erige el templo de San Mateo Apóstol, acompañado por la Plaza de Armas y la pequeña plazuela Sayago, ambas llenas de encanto tradicional y un aire melancólico.
Sin embargo, la belleza de Naolinco va más allá de su arquitectura. Es reconocido por su fuerte vocación artesanal. Desde hace mucho tiempo, se distingue por la elaboración manual de calzado de cuero, lo que se ha convertido en su sello distintivo. Numerosos talleres y locales ofrecen botas, sandalias, bolsos y camperas con acabados impecables y precios razonables. En el extremo sur del poblado, una escultura dedicada al zapatero honra este oficio que ha sido el sustento de muchas familias durante generaciones.
Calles llenas de color, arte y tradición
Más allá de su reconocida tradición en piel, Naolinco sobresale por la elaboración de tejidos artesanales y piezas hechas con barro de tono claro. Al recorrer las calles del casco antiguo, es habitual toparse con manos creativas que no solo venden, sino también relatan el legado detrás de cada pieza que moldean. Entre los aromas del lugar, destacan los panes cocidos en horno de leña, caramelos caseros y un inesperado manjar: helado de berenjena, una propuesta única que despierta curiosidad en cualquier visitante.
Para los amantes de las celebraciones tradicionales, una cita imperdible es la conmemoración del Día de los Muertos. En esa fecha, el camposanto, reconocido como Tesoro Histórico por el INAH, se transforma en un escenario lleno de luz y color gracias a las veladoras y a las flores de temporada. Las lápidas, algunas con más de 100 años de antigüedad, adornadas con hierro forjado y estatuas de mármol, componen una imagen que emociona y deja huella.
Naturaleza imponente y paisajes con leyenda
El vínculo con el entorno natural se vuelve imposible de evitar. A tan solo un par de kilómetros del casco urbano, se localiza un sitio panorámico llamado el mirador de Naolinco, popularmente apodado como “El Balcón de la Muerte”. La razón de ese inquietante apodo proviene de un relato perturbador: se comenta que durante las labores para edificarlo, algunos obreros perdieron la vida. Desde ese punto elevado, se logra observar un par de saltos de agua que bajan por la montaña, envueltos en bruma y rodeados de un espeso follaje.
Estas corrientes que descienden con fuerza están alimentadas por el río El Órgano, alcanzando una caída de aproximadamente 80 metros. El momento ideal para visitarlas es cuando se presentan las lluvias, ya que el flujo aumenta notablemente y el entorno se pinta de tonalidades verdes vibrantes, pareciendo una obra de arte natural.
Sabor casero en cada rincón
En Naolinco, sentarse a la mesa es toda una ceremonia. El tradicional mole de la región destaca por su sabor intenso y suele acompañarse con enchiladas, carnes curadas como la cecina, embutidos caseros o chipotles rellenos. Los pequeños comedores decorados con banderines de colores crean un ambiente acogedor que hace difícil despedirse pronto. Y para cerrar con broche de oro, muchos optan por llevar pan casero, dulces horneados o alguna botella de licor artesanal.
Más que un paseo, Naolinco representa una vivencia completa: se disfruta con los sentidos y se atesora en la memoria. Es perfecto para un viaje breve, aunque su encanto suele hacer que uno quiera regresar una y otra vez.
Preguntas frecuentes para visitar Naolinco
- ¿Cómo se llega a Naolinco desde Xalapa?
En auto o combi en menos de una hora, tomando la carretera hacia Tepetlán.
- ¿Qué comprar como recuerdo típico?
Zapatos de piel, artesanías en barro blanco, textiles bordados y dulces típicos.
- ¿Cuál es la mejor temporada para visitarlo?
En Día de Muertos o durante las lluvias, para disfrutar el mirador y las cascadas.
- ¿Qué platillos tradicionales se deben probar?
Mole casero, enmoladas con longaniza, chiles chipotles rellenos y helado de berenjena.
- ¿Es un destino familiar?
Sí, es ideal para todo tipo de viajeros: familias, parejas o amigos que buscan cultura y naturaleza.