El Día de Muertos representa una de las festividades más emblemáticas de México y año tras año logra impresionar tanto a quienes habitan el país como a los viajeros que llegan desde distintos rincones del planeta. Para el 2025, varios Pueblos Mágicos y ciudades se transforman nuevamente en escenarios de ritos singulares que combinan misticismo, creatividad artística y tradiciones comunitarias.
Durante estas jornadas, las avenidas se visten de tonalidades intensas, los cementerios se iluminan con velas y las viviendas se impregnan de fragancias que evocan la memoria. No es únicamente un acto de remembranza hacia quienes ya partieron, sino una manera de convivir simbólicamente con ellos en una velada en la que la existencia terrenal y el más allá parecen encontrarse en altares y sepulturas decoradas con esmero.
Te podría interesar
Cada sitio imprime un carácter propio a la celebración. En ciertos pueblos predomina la calma y la introspección, mientras que en otros la algarabía de las comparsas y los recorridos festivos transforman la conmemoración en un evento masivo y lleno de energía. Esa pluralidad convierte a cada espacio en una vivencia única que deja huella en la memoria de quienes participan.
Para los que proyectan una escapada en esas fechas, existen cinco lugares que no se pueden pasar por alto por la fuerza de sus costumbres y la belleza de sus tradiciones, Pátzcuaro, Mixquic, San Andrés Mixquic, Oaxaca de Juárez y San Miguel de Allende.
1. Pátzcuaro, Michoacán
En el corazón purépecha, la Noche de Muertos se vive con un profundo sentido comunitario. Familias enteras se dan cita en panteones como el de Tzurumútaro, donde limpian y adornan las tumbas con velas, cempasúchil, pan y atole. La vigilia dura hasta el amanecer y es un acto íntimo de amor hacia los difuntos.
El lago de Pátzcuaro aporta una imagen icónica, decenas de embarcaciones navegan hacia Janitzio, iluminadas por miles de velas que reflejan sobre el agua. Además, el pueblo organiza ferias artesanales, concursos de tapetes y actividades culturales que convierten a esta región en el epicentro del Día de Muertos en México.
2. Mixquic, Ciudad de México
En la capital, el nombre de Mixquic es sinónimo de tradición. Durante días, las familias preparan ofrendas con pan, sal, agua y fotografías para dar la bienvenida a sus seres queridos. El momento más esperado llega el 2 de noviembre con “La Alumbrada”: el panteón se llena de velas y flores que guían a las almas, mientras los vivos comparten comida y música.
La atmósfera es conmovedora. El cementerio iluminado crea un paisaje único que atrae tanto a vecinos como a visitantes, quienes deben recordar que se trata de una celebración íntima y respetuosa, más allá de lo visual.
3. San Andrés Mixquic, Tláhuac
Aunque forma parte de la misma zona, San Andrés Mixquic tiene su propia esencia. Aquí se encuentran el templo y el panteón que son el corazón de la celebración. Arcos de flores, ofrendas monumentales y procesiones con campanas e incienso refuerzan el ambiente solemne.
La Alumbrada adquiere un sello particular, además de la iluminación de tumbas, se levantan altares colectivos y se organizan recorridos explicativos sobre los elementos simbólicos de la ofrenda. La comunidad recibe a miles de personas, convirtiendo al pueblo en uno de los escenarios más representativos del Día de Muertos.
4. Oaxaca de Juárez, Oaxaca
En Oaxaca, la celebración se transforma en un festival cultural abierto a todos. Destacan las comparsas que recorren barrios como Jalatlaco, con disfraces, máscaras y música que invaden las calles. La Plaza de la Danza se convierte en galería efímera gracias a los tapetes monumentales de arena.
A pocos minutos, Xoxocotlán ofrece velaciones en sus panteones, donde familias conviven entre tapetes de arena, velas y flores. Además, altares públicos, conciertos y exposiciones llenan la ciudad de actividades gratuitas, reforzando la identidad visual y espiritual de la temporada.
5. San Miguel de Allende, Guanajuato
La ciudad Patrimonio Mundial mezcla tradición y arte. Su famoso Desfile de Catrinas llena el centro histórico de coloridos atuendos y maquillajes que atraen a cientos de turistas. A la par, el “Festival La Calaca” ofrece talleres, exposiciones y actividades comunitarias.
Desde el 30 de octubre, la ciudad se adorna con papel picado y altares en plazas, hoteles y restaurantes. El Jardín Principal se convierte en el epicentro, donde locales y extranjeros participan en concursos, desfiles y rezos que mantienen vivo el espíritu del Día de Muertos.