Jalisco tiene una belleza que no se compara con la de otro estado. Sus tradiciones hacen que sus paisajes y monumentos sean ampliamente apreciados por todo el mundo y hay edificios que conservan la etiqueta de Patrimonio de la Humanidad, por lo que te contaremos la historia de uno muy particular que está en la capital, Guadalajara.
Se trata del Hospicio Cabañas de Guadalajara, el cual alguna vez fungió como orfanato y que narra grandes historias en la capital tapatía, pues todas las personas en la ciudad conocen el inmueble, aunque no todos saben lo que implica y la categoría que le dio la Unesco para hacerlo Patrimonio de la Humanidad, por lo que su valor es incalculable.
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¿Cómo es el Hospicio Cabañas?
Este hospicio se creó a principios del siglo XIX para dar cuidados y ofrecer asilo los desamparados, ya fuesen huérfanos, ancianos, discapacitados o inválidos. El conjunto arquitectónico es único en su género porque presenta una serie de elementos absolutamente originales, especialmente concebidos para satisfacer las necesidades de los asilados, según nos menciona la UNESCO.
A comienzos del siglo XX, la capilla fue ornamentada con un conjunto de frescos debidos al pincel de José Clemente Orozco, uno de los grandes muralistas mexicanos de la época. Estas pinturas se consideran hoy en día una gran obra maestra del arte mexicano.
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El arquitecto fue Manuel Tolsá y diseñó un complejo predominantemente neoclásico a escala monumental, que cubre 2,34 hectáreas. El fundador del hospicio, el obispo Cabañas, encargó un diseño que respondía a sus requisitos sociales y económicos. Además, uno de los objetivos del obispo Cabañas era educar a los residentes a través del aprendizaje de un oficio. Por ejemplo, los pasillos del hospicio proporcionaron espacio para uno de los primeros talleres de imprenta de Guadalajara y a lo largo del siglo XIX se publicaron innumerables textos desde este lugar. Actualmente, el hospicio es el hogar del Instituto Cultural Cabañas y del Patrimonio Cultural de la Humanidad.
De acuerdo con la Unesco, el grupo de pinturas en la capilla del Hospicio, en particular la alegoría El Hombre de Fuego (El Hombre de Fuego), se considera una de las obras maestras de la pintura mural del siglo XX y tuvo una profunda influencia cultural más allá del continente americano.
Actualmente, aunque ya no es un hospicio, su uso ha requerido un cambio mínimo en el diseño. Las modificaciones incluyeron la eliminación de paredes para crear una gran sala de conferencias o teatro con albergar a 199 personas. Desde 1996, se ha trabajado para revertir los cambios en el ala de la cocina que datan de principios del siglo XX.
La propiedad es actualmente propiedad del Estado de Jalisco y está gestionada por el Instituto Cultural Cabañas. Está protegido como un monumento histórico inmovible bajo la Ley Federal de Monumentos y Zonas Arqueológicas, Artísticas e Históricas de 1972, que impone estrictos controles sobre las intervenciones.