Tláloc o Chaac, dioses de la lluvia de las culturas prehispánicas nos han ayudado a salir de las intensas temperaturas que se habían estacionado en diversos puntos de México, además de que han colaborado con la recuperación de los cuerpos de agua y han contribuido a ganarle a la escasez de líquido que se había registrado en la mayoría del territorio mexicano.
Haciendo un poco de memoria te comentamos que Tláloc fue el dios de la lluvia para la cultura náhuatl, cuyo nombre puede traducirse como ‘néctar de la tierra’ y cuyo culto se extendió a lo largo de las diversas culturas que habitaron la región de mesoamérica, mucho antes de la llegada de los españoles, mientras tanto Chaac es la deidad maya equivalente a Tláloc, la que se rendía culto en el sureste de lo que hoy conocemos como México.
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Templos dedicados a Tláloc o Chaac en México
A lo largo del territorio mexicano podemos encontrar diversos destinos donde se le rinde culto a estos dioses que en las creencias prehispánicas eran los encargados de otorgar lluvia, y que nos han ‘ayudado’ a dejar atrás las constantes olas de calor que habían azotado el país y que hacían de la sequía una temporada más complicada.
Teotihuacán
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En uno de los recintos más conocidos a nivel nacional, existen diversos tallados que demuestran a Tláloc en todo su esplendor como una de las principales deidades de las antiguas creencias prehispánicas que habitaron este destino, ubicado en la pirámide de Quetzalcóatl podemos ver cómo se le rendía culto y homenaje a aquel que traía las lluvias que beneficiaban las cosechas.
Uxmal, Yucatán
Una vez que la cultura maya adoptó al dios de la lluvia y le designaron el nombre de Chaac, e hicieron este culto como propio, le rindieron homenaje y veneración en esta antigua ciudad ubicada al sureste de México, en diversos espacios de estas construcciones hay testimonio de la figura conocida como el dios de la lluvia para los antiguos mayas.
Huey Teocalli
Los vestigios de la principal zona de Tenochtitlán se encuentran ahora en el Museo del Templo Mayor en donde encontramos una vasija con el rostro de Tláloc, venerado dios de la lluvia y de importancia mayúscula pues gracias a él y al culto que se le rendía eran posibles las cosechas exitosas que se hacían año con año en el centro de esta ciudad.