MISTERIO

Así son los edificios 'falsos' en Nueva York y lo que guarda su interior

Parecen casas o rascacielos comunes, pero en realidad están vacíos; detrás de sus muros se esconden túneles, ventilaciones del metro y hasta centros de espionaje.

MIsterio.Edificios 'falsos' en Nueva YorkCréditos: Pixabay: Susanne Weitzhofer
Escrito en TENDENCIAS el

A simple vista, Nueva York deslumbra con su mezcla de estilos arquitectónicos, desde los clásicos brownstones de Brooklyn hasta los rascacielos de Manhattan. Sin embargo, entre sus calles se esconden fachadas que son pura ilusión.

Son los llamados edificios falsos, estructuras que simulan ser viviendas pero que en realidad albergan algo completamente distinto, sistemas de ventilación, subestaciones eléctricas e incluso centros de telecomunicaciones. Lo más curioso es que miles de personas caminan frente a ellos todos los días sin sospechar que están vacíos por dentro.

La historia detrás de estos edificios camuflados comenzó hace más de un siglo. Las autoridades neoyorquinas decidieron esconder parte de la infraestructura urbana bajo fachadas que mantuvieran la armonía visual de los barrios más caros. Mostrar ductos, torres de ventilación o maquinaria en plena calle habría arruinado la estética y reducido el valor de las propiedades. Por eso, muchos de estos espacios se disfrazaron de casas o de elegantes edificios antiguos.

A primera vista parecen lugares habitados, pero si se observa con atención, hay pistas, ventanas opacas, puertas selladas y la ausencia total de timbres o buzones. Un ejemplo perfecto está en Brooklyn Heights, donde una vivienda del número 48 de Joralemon Street parece normal, aunque en realidad es una planta de ventilación del metro y una salida de emergencia de las líneas 4 y 5.

Casas que no son casas

Este fenómeno no es nuevo ni exclusivo de Nueva York. En los años 70 y 80, la idea de crear fachadas falsas se popularizó también en París y Chicago para ocultar subestaciones eléctricas y plantas de tratamiento sin romper con el entorno urbano. En la Gran Manzana, estas construcciones adoptaron su propia identidad, y hoy se las puede encontrar en distintos barrios, desde Brooklyn hasta el Bronx.

En Brooklyn Heights, el falso edificio de Joralemon Street es uno de los más fotografiados por turistas y curiosos. Sus ventanas pintadas de negro y su aspecto de casa familiar lo hacen pasar inadvertido. Por dentro, sin embargo, está vacío, salvo por los enormes conductos que ventilan el aire del metro. Según vecinos, por las noches llegan camiones de mantenimiento entre la una y las tres de la madrugada para realizar tareas subterráneas.

También en Roosevelt Island se alza el Strecker Memorial Laboratory, un edificio construido en 1892 que alguna vez fue un laboratorio patológico. Décadas después, se transformó en una subestación eléctrica del metro, aunque su fachada se mantuvo intacta como parte del patrimonio histórico. Su aspecto gótico y su ubicación frente al río lo convierten en otro símbolo de la arquitectura “fantasma” de la ciudad.

Rascacielos sin ventanas

Entre los casos más intrigantes está el del 33 Thomas Street, conocido como el “edificio sin ventanas”. Su estructura brutalista de 170 metros de altura parece sacada de una película distópica. Fue diseñado en los años 70 para proteger equipos de telecomunicaciones de AT&T, y más tarde se reveló que también funcionaba como centro de operaciones para la Agencia de Seguridad Nacional (NSA). Su interior está preparado para resistir una explosión nuclear y operar de forma autónoma durante dos semanas.

Otros ejemplos incluyen el gigantesco bloque del Muelle 34, que en realidad es una torre de ventilación del túnel Holland, y los edificios del Bronx que esconden subestaciones eléctricas tras elegantes fachadas de ladrillo.

Secretos a plena vista

Aunque muchos se sorprenden al descubrir que estas construcciones no tienen habitantes, su existencia es una muestra del ingenio urbano de Nueva York. Son piezas de ingeniería camufladas entre las postales de la ciudad, diseñadas para proteger la funcionalidad sin alterar la belleza del paisaje.

En una urbe que nunca duerme, incluso los secretos están a la vista, escondidos tras una simple puerta que jamás se abre. Detrás de esas fachadas silenciosas se esconde parte del corazón que hace funcionar a la ciudad, respiraderos del metro, túneles y sistemas ocultos que mantienen viva a Nueva York. Son construcciones que, aunque parecen comunes, guardan un misterio fascinante que pasa desapercibido entre millones de miradas todos los días.