Eduardo Manzano siempre fue ese comediante que hacía que la tele se sintiera como casa. Su estilo, su voz y esa manera tan suya de rematar los chistes lograron que miles de familias mexicanas guardaran algún recuerdo suyo. El actor falleció el 4 de diciembre de 2025, a los 87 años, dejando un vacío enorme en el público que lo acompañó durante décadas. Y aunque su trayectoria es larguísima, todo comenzó en un lugar muy preciso: la Ciudad de México, el sitio que lo vio nacer y donde empezó a imaginar el camino que lo llevaría a convertirse en “El Polivoz”.
Nacido el 18 de julio de 1938 en la colonia Guerrero, Eduardo creció entre historias, música y un humor que, según él mismo decía, le salió natural desde niño. Era el mayor de dos hermanos y siempre tuvo esa chispa que que lo cacterizó. Sus primeros años en la capital fueron la raíz de una imaginación que luego terminaría estallando en la televisión. La ciudad era ruidosa, grande, impredecible… y justo ese caos terminó forjando a un imitador que más tarde haría reír a millones.
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Su gusto por el canto venía de su mamá, doña Cecilia Balderas, y esa herencia musical le dio otra herramienta para moldear personajes memorables. Todo dio un giro cuando conoció a Enrique Cuenca en un concurso llamado La hora del imitador. Empataron, rieron, y en lugar de verse como rivales decidieron unir fuerzas.
De esa extraña casualidad nació uno de los dúos más queridos de México: Los Polivoces. Con ellos llegaron personajes que hoy siguen vivos en la memoria colectiva. Y pensar que todo empezó en una competencia donde ninguno quería quedar en segundo lugar.
La Ciudad de México y la vida de Eduardo Manzano
Mientras tanto, la Ciudad de México seguía marcándolo. Desde el Centro Histórico hasta sus colonias llenas de arte, la capital es un lugar que inspira a quienes crecen observando cada esquina. Eduardo fue uno de esos artistas que absorbieron todo para transformarlo en humor.
A lo largo de su vida profesional, Eduardo no solo brilló en televisión. También pisó el cine, probó el teatro, grabó doblaje y regresó a la pantalla chica con Una familia de diez, donde muchos lo conocieron como don Arnoldo. Aquello permitió que nuevas generaciones lo adoptaran sin necesidad de haber visto Los Polivoces. De alguna forma, la Ciudad de México volvió a ser testigo de un artista reinventándose sin perder su esencia.
Su familia, especialmente su hijo Lalo, siempre habló de él como un hombre amoroso, trabajador y humilde. Tras su muerte, el mensaje que compartió Lalo estremeció al país entero. Fue una despedida llena de cariño, de recuerdos, de esas palabras que nacen cuando uno quiere honrar no solo al artista sino al papá, al amigo, al compañero de vida. Millones de personas hicieron eco de esa emoción al recordar cómo Eduardo acompañó tardes enteras de tele mexicana.
Hoy, cuando se habla de Eduardo Manzano, es imposible no pensar en la Ciudad de México que lo vio crecer. Esa urbe gigante donde nació y construyó sueños que luego compartió con todos. Esa ciudad que le regaló escenarios, calles ruidosas, público, trabajo y anécdotas que se transformaron en risas. Así que, si alguna vez caminas por la colonia Guerrero o recorres las avenidas que él transitó, piensa que por ahí pasó un joven que un día decidió hacer reír… y terminó entrando para siempre en la memoria de un país entero.
Su legado queda intacto: un humor cálido, personajes que cruzaron generaciones y la historia de un hombre que convirtió la vida cotidiana de la capital en material para hacernos sonreír. México lo despidió a los 87 años, pero su esencia sigue ahí, como esas risas que no se olvidan. Porque cuando un comediante nace en una ciudad tan viva como la CDMX, algo de él se queda para siempre en sus calles.
Cosas que hacer en la CDMX
- Recorrer el Centro Histórico
- Visitar el Museo Nacional de Antropología
- Pasear por Chapultepec
- Explorar Coyoacán
- Subirse a una trajinera en Xochimilco
- Visitar el Castillo de Chapultepec
- Recorrer Paseo de la Reforma
- Recorrer Bellas Artes