Películas como Los tres huastecos, Nosotros los pobres, Pepe el Toro y Tizoc siguen formando parte del corazón del cine mexicano. En todas ellas brilla Pedro Infante, ese actor sinaloense que también conquistó la música con su voz inconfundible. Pero Pedro no se conformó con cantar y actuar. También miraba al cielo con una ambición distinta: volar.
Su interés por la aviación no era cosa pasajera. Se convirtió en piloto certificado y llegó a acumular casi 3,000 horas de vuelo. Incluso tenía un seudónimo para cuando tomaba los controles: “Capitán Cruz”. Participó en vuelos de larga distancia y hasta en competencias.
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Pedro sobrevivió a dos accidentes aéreos antes del que le costó la vida. En uno de ellos, en 1949, sufrió una lesión tan grave que requirió una placa de platino en el cráneo, lo que lo llevó a prometer nunca más volver a volar. Sin embargo, no cumplió su promesa. El 15 de abril de 1957, subió como copiloto a un avión de carga en Mérida, Yucatán. El despegue fue breve, y la nave cayó pocos minutos después, acabando con su historia de manera abrupta. Tenía solo 39 años.
La reacción del público fue inmediata: se trataba de una de las figuras más queridas del cine y la música mexicana. Miles de personas acudieron a sus funerales en Mérida y en Ciudad de México. Desde entonces, su memoria quedó marcada en canciones, estatuas, películas y todo tipo de homenajes.
El sitio donde ocurrió el accidente de Pedro Infante
El 15 de abril de 1957, Pedro Infante iba piloteando un C-87 Liberator Express, un avión complicado que antes sirvió como bombardero en la guerra y que, aunque lo adaptaron para cargar cosas, seguía dando dolores de cabeza. Si no acomodaban bien el peso, despegaba mal.
Además, los conductos de combustible solían gotear y liberar vapores que mareaban a los tripulantes. No era un avión confiable: se estrelló más de cien veces—150 accidentes entre 1942 y 1964—en poco más de dos décadas, causando pérdidas totales y cobrando numerosas vidas.
Ese día, Pedro Infante volaba como parte de TAMSA, empresa de la que era socio desde hacía tiempo. Junto con él iban el capitán Víctor Manuel Vidal Lorca y el mecánico Marciano Bautista Escárraga, y ninguno salió con vida. El avión cayó sobre una casa en Mérida, donde también murieron Ruth Rossell Chan y Baltasar Martín Cruz. Las autoridades dijeron que el problema fue una maniobra mal hecha, combinada con una carga mal colocada.