CON AROMA A TABACO

Ruta por las fábricas de puros, el secreto mejor guardado de Los Tuxtlas

En San Andrés la fábrica con mayor tradición es Santa Clara que exporta puros de gran calidad a 20 países del mundo pues se elaboran de forma artesanal

Salto de Eyipantla.el recorrido por las fábricas de puros incluye visitas a la cascadaCréditos: Turismo Veracruz
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Montañas verdes, lagunas encantadas y paisajes sagrados cobijan un valle fértil que seduce con su embrujo, a sus pies se extienden los plantíos de tabaco con los que se elaboran puros de gran calidad en un proceso artesanal que se puede conocer en las fábricas de puros, el secreto mejor guardado de Los Tuxtlas, en Veracruz, un recorrido con un profundo aroma a tabaco no solo para conocerlo sino para dejarse atrapar por los olores y técnicas de elaboración.

En Veracruz, la producción de puros comenzó con la llegada de inmigrantes cubanos quienes trajeron semillas mejoradas y técnicas ancestrales apropiadas para su cultivo. En esta tierra fértil y llena de bellezas naturales se concentran las principales fábricas de puros en México y en sus alrededores se siembra el tabaco negro y el de la especie Sumatra. Para adentrarse en este mundo seductor hay que realizar un recorrido de la mano de un guía. 

Recorrido por las fábricas de puros

En San Andrés una de las fábricas de mayor tradición en la elaboración de puros es Santa Clara, es una de las más antiguas de México pues se fundó en 1968 como una empresa familiar y hoy exportan puros a 20 países de cuatro continentes, otra de las fábricas que se dedican a este arte es la India Bonita. Para hacer el recorrido que también incluye una visita al Salto de Eyipantla, una imponente cascada de más de 40 metros de altura, hay que contratar un tour en el centro de San Andrés

Al amanecer, cuando la neblina aún cubre el valle hay que comenzar el recorrido por las plantaciones de tabaco donde se respira un agradable e hipnotizante aroma que emana de las hojas que se secan al sol. Ahí la constante son los paisajes cubiertos con arbustos de tabaco de hojas brillantes y de un tono verde intenso, son tiernas y elásticas y aún no están listas para ser cortadas. Entre el canto de las aves y el sonido de los insectos, las manos de los trabajadores se mueven con destreza en busca de las mejores para seleccionarlas.

El guía cuenta que primero se siembran las plantas y mientras crecen se abonan y deshierban y cuando los arbustos aún son pequeños se podan para que solo las hojas crezcan, así llegan a medir entre 50 y 80 centímetros de largo. Una vez que se cortan, las hojas recién cosechadas se cuelgan en travesaños y conforme van perdiendo humedad se colocan más próximas al techo para que se sequen más rápido y algunas se sacan al sol. 

Enrollador de puros. Foto: Pixabay

Luego pasa por un periodo de fermentación que dura entre dos y tres meses, después las hojas se clasifican de acuerdo con su tamaño, textura y color. Las mejores esperan para exportarse mientras que las otras se guardan para añejarlas hasta por dos años. Las que ya cumplieron con el tiempo necesario pasan a la fábrica, donde las manos de los enrolladores experimentados se encargan de trenzar y curar el tabaco para que sus propiedades se intensifiquen. 

Estos maestros del tabaco elaboran entre 40 y 70 puros al día, es un arte que aprendieron desde niños y que pasa de generación en generación. Una vez que están terminados a los puros se les coloca un anillo distintivo según la tradición que nació en el siglo XIX, luego se acomodan en cajas de cedro rojo de acuerdo con la variedad y los tonos, para crear "armonía entre la buena madera y el buen tabaco".