Parte importante de nuestros recorridos viajeros por los distintos puntos de esta nación, es conocer las tradiciones y fiestas de las localidades que visitamos y el estado de Oaxaca, es uno de los lugares más representativos para vivir de cerca la fusión cultural de nuestro México y sus culturas ancestrales, con algunas de las tradiciones que fueron traídas desde España, para darle un toque muy particular a esta nación, como parte de sus elementos culturales más representativos a nivel internacional, a través de sus festividades más sobresalientes, pues estos llaman la atención de muchos extranjeros y vacacionistas nacionales.
La Guelaguetza es una fiesta que pretende celebrar las costumbres de los pueblos indígenas de Oaxaca, a través de diferentes formas de expresión artística y cultural, que envuelve a los turistas, en un mundo espectacular, lleno de magia, lo cual solo se puede vivir, si eres parte de estos festejos. Este 2022, la Guelaguetza se realizará desde este 25 de julio y hasta el próximo 03 de agosto, con muchas actividades que deleitan hasta los paladares más exigentes y eventos culturales llamativos. Pero además de esto, recorrer los principales espacios de Oaxaca, es algo que debes hacer como parte complementaria de tu viaje y el Templo de Santo Domingo, es un atractivo turístico que no debes dejar de conocer en esta entidad.
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¿Cómo es el Tempo de Santo Domingo en Oaxaca?
La historia del Tempo de Santo Domingo de Guzmán tiene sus inicios con la llegada de la Orden de los Predicadores a Oaxaca, en el año 1528, ya que, en 1551, recibieron un terreno, por parte del Ayuntamiento de Villa de Antequera, hoy conocido como Oaxaca, a las faldas del cerro del Fortín, con el propósito de edificar un convento dominicano dedicado a Santo Domingo de Guzmán, que debía concluirse en sólo 20 años. Al no contar con los medios necesarios para concluir a tiempo con la tarea, para el año 1572, el edificio aún no estaba terminado y para no perder la tutela de la obra, la Orden de los Predicadores negoció con el ayuntamiento, una prórroga de 30 años más para finalizar esta construcción, a cambio de ayudar en la edificación de una red de abastecimiento de agua.
Entre los años 1603 y 1604, dos grandes terremotos derrumbaron el Convento de San Pablo Oaxaca y las obras de Santo Domingo se aceleraron un poco más. Para 1608, este convento quedó inaugurado y en 1623 ya tenía categoría de universidad, donde se impartían clases de filosofía y teología. La famosa Capilla del Rosario, uno de sus elementos principales, empezó sus construcciones en 1724, gracias a las modificaciones que sufrió el templo y desde sus orígenes, los frailes dominicos son los principales promotores de la veneración a la Virgen del Rosario, por lo que se incluyó un anexo dedicado específicamente a esta advocación y el Templo de Santo Domingo de Guzmán no fue la excepción.
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En la fachada de este lugar puedes notar los relieves que representan a Santo Domingo y San Hipólito, que sostienen un templo sobre el cual desciende el Espíritu Santo, cuenta con dos campanarios con base de prisma y remates arqueados recubiertos por cúpulas con azulejos. Antiguamente, este complejo dedicado a Santo Domingo, abarcaba el convento, que en la actualidad es el Museo Regional de Oaxaca y el templo, pero la división de este espacio data de sus primeras ocupaciones militares, durante el proceso de Independencia de México y la segunda con la Reforma. Durante la ocupación gubernamental, se dieron grandes pérdidas artísticas, se destruyeron sus retablos y fueron saqueadas algunas láminas de oro que lo decoraban.
En la actualidad, el Templo de Santo Domingo es uno de los sitios más representativos dentro de la ciudad de Oaxaca, un punto que debes conocer para adentrarte más en el pasado y las costumbres de esta hermosa ciudad que es casa de La Guelaguetza, especialmente si ya cuentas con todo lo necesario para salir este fin de semana y vivir las tradiciones más encantadoras que nos han heredado nuestros antepasados y que con el paso del tiempo, se vuelven en un orgullo de identidad nacional que podemos compartir con ciudadanos de todo el mundo, un deleite para nuestros sentidos que debemos experimentar por lo menos una vez en la vida.