Brujas es una de las ciudades más bonitas e importantes de Bélgica. Si bien no es la capital (pues ésta es Bruselas), sin duda tiene algo mágico que le compite como uno de los destinos más importantes del país y de Europa. Su arquitectura, su comida y sus tradiciones son increíbles, pero la ciudad guarda uno de los tesoros religiosos más importantes.
En Brujas está la famosa Basílica de la Santa Sangre, curioso el nombre para la ciudad en la que está, pero es un edificio lleno de historia y que guarda una de las reliquias más importantes del cristianismo, puesto que en este sitio está nada más y nada menos que la sangre de Cristo, misma que se resguarda de la mejor manera.
Te podría interesar
La historia de la Santa Sangre es curiosa, y la leyenda que narra cómo llegó a Brujas narra que corría el año 1150 y estaba en curso la segunda Cruzada. La versión asegura que la reliquia viajó desde Tierra Santa, porque Thierry de Alsacia, el rey de Jerusalén, se lo dio al conde de Flandes, que no era otro que su cuñado Balduino II.
Se cuenta que a la muerte de Thierry de Alsacia, lo sucede como conde de Flandes su hijo Felipe. Felipe va a dos cruzadas y, al regreso de la primera (nunca regresaría de la segunda) trae un misterioso manuscrito que entrega a Chretien de Troyes para que con él haga un relato de caballerías. La obra se llamó “Perceval o el Cuento del Grial”.
Te podría interesar
El mismo dice que cuando Longinos atravesó el costado de Cristo con su lanza (así lo narra la Biblia), existen versiones que dicen que son la Virgen María y San Juan quienes recogen la sangre, otras cuentan que fue José de Arimatea quien lo hizo.
Lo que es una realidad es que la reliquia es un pequeño trozo de tela que contiene la sangre de Jesús. La reliquia está en un frasco de cristal de roca, conservada en un cilindro con una corona de oro en cada extremo y tiene una fecha grabada: MCCCLXXXVIII die III Maii, es decir, 3 de mayo de 1388. Además, desde que esta reliquia llegó a Brujas nunca se ha abierto.
La Basílica se la Santa Sangre es una basílica menor, construida en su origen como capilla de la residencia del conde de Flandes. En ella se guarda la venerada reliquia de la sangre de Cristo, que se dice que recogió José de Arimatea. Construida entre 1134 y 1157, fue consagrada como basílica menor en 1923.
Sin duda, este edificio contiene un valor histórico sin precedentes y podrás visitarla si vas a Brujas. Además, todos los años, en la Ascensión, se la saca en la procesión. La misma se divide en cuatro partes: el Antiguo y el Nuevo Testamento, son las dos primeras. La historia de la llegada de la reliquia a la ciudad, la tercera, y la veneración de la Santísima Sangre, la cuarta. En esta procesión, la reliquia está acompañada por los cofrades de la Santa Sangre y escoltada por las fuerzas vivas de la ciudad.