En esta época resulta impensable que las personas fumen dentro de un avión, especialmente por tratarse de un ambiente cerrado. Aunque haya ventilación, resulta incómodo, sobre todo porque los asientos suelen estar cerca uno del otro, incluso en primera clase. Además, somos conscientes o al menos intuimos los peligros que esto conlleva.
Quizás pienses que hace mucho tiempo que se prohibió fumar en los aviones, pero la verdad es que es relativamente reciente. La primera prohibición fue en 1977 por parte de la Junta de Aviación Civil de Estados Unidos. Sin embargo, no fue hasta el año 2000 que Estados Unidos generalizó la prohibición de fumar en vuelos, y pronto esto se extendió a nivel mundial. En la actualidad, es imposible encontrar un vuelo comercial donde esté permitido fumar.
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La razón por la que aún hay ceniceros en los aviones
En la actualidad, fumar cigarrillos comunes y electrónicos está prohibido a bordo de un avión, tanto para pasajeros como para la tripulación. A pesar de esto, los aviones continúan teniendo ceniceros como medida de precaución. Es preferible que, en caso de que alguien infrinja la ley, tenga donde apagar su cigarrillo, en lugar de asumir que todos respetarán las normas y correr el riesgo de un accidente.
Si bien podemos inferir las razones por las que fumar a bordo de una aeronave es peligroso, como la presión, los tanques de oxígeno y la variedad de materiales inflamables, en 1973 ocurrió un accidente que demostró claramente los riesgos involucrados. A raíz de este accidente, numerosas campañas y organizaciones anti-tabaco se unieron, lo que finalmente llevó a la prohibición global de fumar en aviones.
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El accidente causado por un cigarrillo que cambió todo
En 1973, un vuelo comercial operado por la compañía brasileña Varig, conocido como vuelo 820, inició su trayecto en el Aeropuerto de Galeão en Río de Janeiro, con destino al Aeropuerto de París Orly. Este vuelo, llevado a cabo en un Boeing 707-345C con 117 pasajeros, transcurrió inicialmente sin incidentes. El problema ocurrió en el descenso.
Al prepararse para el descenso sucedió algo inesperado: las alarmas comenzaron a sonar y muchos pasajeros notaron la presencia de humo, pero no pudieron localizar su origen. El capitán logró comunicarse con la torre de control del tráfico aéreo para informar sobre la necesidad de realizar un descenso de emergencia.
Sin embargo, el humo negro se propagó rápidamente por toda la cabina, dejando inconscientes a algunos pasajeros e impidiendo que la tripulación pudiera maniobrar adecuadamente. A pesar de las dificultades, la tripulación realizó un esfuerzo sobrehumano para aterrizar en un campo a pocos kilómetros del aeropuerto. El impacto fue tan fuerte que provocó graves daños en la aeronave y desencadenó un segundo incendio.
Una vez en tierra, 10 miembros de la tripulación lograron evacuar. Minutos más tarde, llegaron los bomberos y rescataron a algunos pasajeros en estado crítico, pero lamentablemente solo uno sobrevivió. De esta manera, el vuelo terminó con solo 11 sobrevivientes. Después de una exhaustiva investigación, se descubrió que el incendio fue causado por un cigarrillo que no fue apagado adecuadamente.
Debido a la tragedia desencadenada por un cigarrillo mal apagado en el baño, se restringió la práctica de fumar en áreas no designadas, incluidos los baños, y se crearon asientos especiales para fumadores. Con el tiempo, esta medida evolucionó hacia una prohibición total de fumar en cualquier parte del avión, a nivel internacional. En la actualidad, encender un cigarrillo o utilizar uno electrónico puede resultar en multas que van desde cientos hasta miles de dólares, y estas sanciones a menudo también cubren la compensación por los daños ocasionados, como los retrasos en los vuelos.