Cada Día de Muertos, México se vuelve colores cálidos, velas y flores de cempasúchil, y cada año también hay una figura que vuelve: La Catrina. Con su elegante sombrero y sonrisa esquelética, este personaje es un símbolo vivo de cómo los mexicanos se ríen de la muerte y la transforman en arte. Fonart la considera una de las piezas más representativas de estas fechas, y su historia tiene sátira, crítica social y orgullo cultural.
La Catrina nació de la mente del grabador y caricaturista José Guadalupe Posada, originario de Aguascalientes. Su creación, originalmente llamada “La Calavera Garbancera”, fue una forma de burlarse de quienes, pese a sus raíces indígenas, buscaban aparentar una vida europea. En su grabado original, la figura solo usaba un sombrero francés adornado con plumas, símbolo de una elegancia vacía y de una crítica mordaz hacia la sociedad del Porfiriato.
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“En los huesos, pero con sombrero francés con plumas de avestruz”, escribió Posada, dejando clara la ironía detrás de su personaje. No fue hasta 1947 que Diego Rivera la vistió con traje de gala en su mural “Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central”, dándole el nombre con el que hoy todos la conocemos: La Catrina. Desde entonces, su imagen elegante y esquelética se volvió parte inseparable del imaginario mexicano.
A lo largo del tiempo, La Catrina dejó el papel y el grabado para caminar entre nosotros. Hoy es el disfraz más popular en las celebraciones de Día de Muertos, donde miles de personas pintan sus rostros con calaveras coloridas y se visten con trajes elegantes para rendir homenaje a los difuntos. En las calles, en las plazas y hasta en los desfiles, su figura representa el humor, el respeto y el arte que caracteriza a esta festividad.
Mega Procesión de Catrinas en la Ciudad de México
Posada, quien realizó más de 20 mil grabados, fue un maestro en retratar las contradicciones sociales de su tiempo. Usaba las calaveras para hablar de desigualdad y burla hacia las élites, y en esa ironía nació La Catrina, una calavera con aspiraciones europeas que terminó convirtiéndose en símbolo nacional. Diego Rivera, al inmortalizarla, la transformó en una figura poderosa, elegante y crítica, una especie de espejo que refleja la historia de México con una sonrisa.
Desde 2014, la Mega Procesión de Catrinas en la Ciudad de México reúne a miles de personas para celebrar la vida y la muerte con arte y música. Este 2025, el desfile recorrerá Paseo de la Reforma hasta el Zócalo, con maquillajes, trajes, contingentes temáticos y hasta grupos pet friendly.
La influencia de La Catrina no se limita a México. Su figura aparece en películas como El libro de la vida, Coco o Spectre, y ha inspirado cortometrajes, concursos de arte y hasta trajes típicos en certámenes internacionales. En cada representación, sigue transmitiendo el mismo mensaje que Posada quiso dejar: la muerte es democrática; ricos o pobres, todos terminamos siendo calaveras.
Además de su papel cultural, La Catrina se ha convertido en una pieza artesanal importante. En Aguascalientes, su ciudad natal, se le rinde homenaje con esculturas monumentales y ferias dedicadas a las calaveras. En distintos estados, artesanos reinterpretan su imagen con barro, papel maché o metal, adaptando su vestimenta y su estilo a la identidad local. Cada Catrina es diferente, pero todas comparten ese aire elegante y burlón.
A más de un siglo de su creación, La Catrina sigue viva en las calles, en los altares y en el arte. Es la prueba de que México no teme a la muerte, sino que la abraza con humor y elegancia. Cada año, cuando llega el Día de Muertos, su sonrisa es un recordatorio de que el fin no es más que otro baile, uno en el que todos, tarde o temprano, seremos invitados.