HISTORIA Y CULTURA

La ciudad más antigua del mundo con ruinas del siglo X que es un Patrimonio de la Humanidad

Entre templos, columnas y leyendas, Éfeso sigue siendo una cápsula del tiempo en el corazón de Turquía. Sus ruinas del siglo X a.C. revelan los secretos de una civilización que nunca dejó de brillar.

Historia y cultura.La ciudad más antigua del mundoCréditos: Canva
Escrito en DESTINOS el

En la costa occidental de Turquía, muy cerca de la actual ciudad de Selçuk, se alza Éfeso, una joya arqueológica que parece suspendida entre la historia y la eternidad. Fundada en el siglo X a.C., esta ciudad milenaria fue testigo del auge de imperios, del paso de dioses y de la evolución del pensamiento humano. Hoy, sus ruinas intactas son una ventana al pasado y una experiencia imprescindible para los viajeros que buscan descubrir los orígenes de la civilización.

Caminar por sus calles empedradas es como abrir un libro vivo de historia. Cada piedra cuenta una historia de poder, sabiduría y fe. La ciudad llegó a albergar más de 250 mil habitantes en su época dorada bajo el Imperio Romano, lo que la convirtió en una de las metrópolis más importantes del mundo antiguo. Desde los templos hasta los teatros, cada rincón conserva el eco de una sociedad avanzada que supo combinar comercio, arte y religión.

Éfeso no solo fue un centro comercial, también fue cuna de cultura y espiritualidad. Aquí convivieron las creencias griegas, romanas y cristianas, convirtiendo a la ciudad en un símbolo de encuentro entre Oriente y Occidente. Sus ruinas, declaradas Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, permanecen como testimonio de un esplendor que desafía el paso del tiempo.

Hoy, quienes visitan Éfeso no solo contemplan piedras antiguas, sino una historia que aún respira. Es un destino que conmueve por su belleza, pero también por su capacidad de recordarnos que todo lo que fuimos sigue vivo en los lugares donde el pasado se niega a morir.

El legado eterno de una metrópolis sagrada

Entre sus tesoros más impresionantes se encuentra el majestuoso Templo de Artemisa, considerado una de las Siete Maravillas del Mundo Antiguo. Aunque solo una columna se mantiene en pie, su historia sigue despertando fascinación. También destacan la Biblioteca de Celso, una de las más grandes del mundo clásico con capacidad para albergar más de 12 mil rollos de pergamino, y el Teatro de Éfeso, capaz de reunir a 25 mil personas para presenciar obras y debates públicos.

La Avenida de los Curetes, una antigua vía rodeada de columnas, conecta estos monumentos y conserva mosaicos originales. En cada paso, los visitantes pueden imaginar cómo era la vida cotidiana en una ciudad donde el arte, la ciencia y la religión formaban parte de un mismo universo cultural.

Donde la historia y la fe se encuentran

Éfeso también fue un epicentro espiritual. En el año 431 d.C., la ciudad albergó uno de los concilios más importantes del cristianismo, en el que se proclamó a María como Madre de Dios. Muy cerca del recinto arqueológico se encuentra la Casa de la Virgen María, un santuario de paz y recogimiento visitado por peregrinos de todo el mundo. Se dice que allí pasó sus últimos días, lo que convierte el sitio en un espacio de profunda devoción y misticismo.

Este legado espiritual, sumado a su valor histórico, ha hecho de Éfeso un símbolo de unión entre culturas y creencias. Cada año, miles de personas recorren sus calles antiguas, admirando lo que alguna vez fue una de las ciudades más poderosas y sofisticadas del planeta.

Antigua vía rodeada de columnas. Fuente: Canva

Un viaje al corazón del Mediterráneo

Hoy, visitar Éfeso es mucho más que una experiencia turística, es un reencuentro con las raíces de la humanidad. A pocos kilómetros de la costa del mar Egeo, las ruinas se mantienen en excelente estado de conservación y están rodeadas de paisajes naturales que amplifican su encanto. Desde Selçuk o Esmirna, los visitantes pueden llegar fácilmente y sumergirse en un recorrido que combina historia, naturaleza y espiritualidad.

Éfeso sigue siendo una cápsula del tiempo en la que la piedra, el mármol y el silencio cuentan la historia de un mundo que aún vibra bajo el sol de Anatolia. Una ciudad donde el pasado no terminó, sino que se transformó en una lección eterna sobre el poder de la memoria y la belleza.