El Día de Muertos en México tiene la cualidad de unir a las familias, recordar a quienes ya partieron y celebrar su ausencia como una presencia distinta. Se trata de una tradición que abraza la memoria y la convierte en un acto vivo. En Morelos, esta celebración se siente de manera especialmente profunda.
No se trata solo de colocar un altar, sino de preparar caminos, abrir casas, organizar rezos colectivos y acompañar a los difuntos con música, pan, flores y silencio. Cada elemento tiene un significado y cada gesto busca honrar a quienes regresan. Es una preparación que envuelve a toda la comunidad.
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Entre los diferentes puntos del estado, Ocotepec, una comunidad ubicada muy cerca de Cuernavaca, ha ganado un reconocimiento especial por mantener viva una de las celebraciones más auténticas. Sus barrios, calles y capillas se preparan desde días antes para recibir a los que vuelven. Aquí la memoria no es una costumbre: es una forma de vida.
Por eso, cuando llega esta fecha, hay un sitio que se convierte en el corazón de la celebración: el Panteón Comunal de Ocotepec. Es considerado el panteón más popular de Morelos durante el Día de Muertos, tanto por sus rituales como por la manera en que la comunidad los vive y los resguarda.
Panteón Comunal de Ocotepec: tradición que se comparte
En Ocotepec, la preparación empieza días antes. Las familias limpian y arreglan las tumbas, renovando la pintura, las flores y los símbolos que acompañarán a sus difuntos. Esta labor colectiva convierte al panteón en un espacio vivo, lleno de colores intensos y olores reconocibles, especialmente el del cempasúchil, flor que guía a las almas de regreso a casa.
Una de las características más llamativas de esta comunidad es la tradición de las “Ofrendas Nuevas”, dedicadas a quienes fallecieron durante el último año. Estas ofrendas recrean el cuerpo de la persona y lo rodean con comida, bebidas y objetos que formaron parte importante de su vida, acompañados por velas, papel picado y flores. Este gesto no es solo simbólico: es una manera de reconocer que un ser querido sigue siendo parte de todo lo que se comparte.
La noche de la Cereada
El momento más emotivo llega el 1 de noviembre, durante la llamada Cereada, cuando las familias se reúnen en el panteón para velar a sus difuntos durante la noche. Se encienden velas, se reza, se come y se conversa junto a las tumbas. El silencio se mezcla con risas, anécdotas y música, porque recordar también puede ser una forma de festejo.
Para la gente de Ocotepec, la muerte no se va mientras se recuerde. Lo dicen quienes año tras año limpian, adornan y acompañan las tumbas: la muerte llega de verdad cuando olvidamos a quienes amamos.
Un lugar para vivir la memoria
Visitar el Panteón Comunal de Ocotepec no es un espectáculo turístico. Es una invitación a mirar la muerte con otros ojos: como memoria, presencia y afecto. Para muchos, es uno de los espacios más conmovedores para celebrar esta fecha en México.
En Morelos, el panteón más popular para celebrar el Día de Muertos no es el más grande, ni el más turístico, sino el más vivo. Porque en Ocotepec, la muerte aún conversa con los vivos.