Hasta el momento hay 132 Pueblos Mágicos en el país, y muchos de ellos se encuentran muy cerca de la Ciudad de México, uno de ellos cuenta con una hermosa sirena y no precisamente está junto al mar. Debes conocer la sirena de Tlanchana, la famosa sirena de Metepec cuyo nombre proviene de la lengua náhuatl: alt, agua; tonan, madre; chane, significa espíritu o ser mágico, Disfruta de este bello lugar y conoce más de la historia de esta sirena postrada en la plaza central del Pueblo Mágico de Metepec.
La bella figura de una sirena tiene una relación mágica, así que si no has visitado este encantador Pueblo Mágico del Estado de México es momento de hacer una caminata por sus distintos barrios, así podrás disfrutar de sus talleres familiares en artesanías, pues es algo que distingue a la zona. Toma nota de todas las actividades que puedes realizar y la historia que hay detrás de la figura de sirena en Metepec.
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¿Por qué hay una sirena en Metepec? Descubre más de la leyenda de la Tlanchana
Ubicada en la plaza Juárez de Metepec puedes ver la figura de barro, la hermosa sirena Tlanchana de Metepec. Si es tu primera vez en este Pueblo Mágico seguramente te resultará extraño ver a la sirena muy lejos de la costa, pero debes conocer la leyenda que envuelve a esta figura. Se dice que su origen viene desde la época prehispánica, cuando los mexicas no invaden este fértil Valle Matlazinca, las tradiciones de la zona lacustre se regían por parte de una extraña reina, mitad mujer y mitad serpiente acuática.
Algunos llegaron a decir que detrás de los tules y de las hierbas de la laguna, sobre un islote podía verse una hermosa mujer desnuda con corona, llena de collares, peces acociles y ajolotes en la cintura. Se trataba de la sirena de Metepec, quien tenía un temperamento posesivo, voluble y vengativo, pero estaba contenta, ya que su cola era la de una serpiente negra y permitía a los pescadores obtener abundante pesca con sus redes.
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La Tlanchana podía enamorarse de un hombre y cuando llegaba el momento podía convertir su cola en piernas para poder salir a buscarlo. Mientras que si un hombre no atendía su llamado usaba su cola para rodearlo y arrastrarlo hasta ahogarlo. Sin duda esta leyenda ha pasado de generación en generación, por lo que se realizó un monumento a principios de los años 90.