Resulta imposible recorrer Palenque sin terminar por enamorarse. Rodeado por una selva espesa, cascadas turquesas y antiguos secretos, este Pueblo Mágico tiene una energía incomparable. Más allá de su zona arqueológica, declarada Patrimonio de la Humanidad, el sitio es un punto perfecto para aventarse al agua, recorrer senderos y sentirse uno con la naturaleza.
Entre los lugares más emblemáticos de Palenque está su zona arqueológica, una de las más importantes del periodo Clásico maya. Allí fue donde el arqueólogo Alberto Ruz Lhuillier halló la tumba del rey Pakal en el Templo de las Inscripciones, un descubrimiento que cambió para siempre la historia del mundo maya. Al recorrer El Palacio, con sus patios, escalinatas y pasajes subterráneos, es imposible no imaginar cómo era la vida en esa ciudad que alguna vez brilló entre la selva.
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Si buscas refrescarte después del recorrido, la Cascada Welib-Ha es una parada obligada. Este salto de agua, de unos ocho metros de altura, es la opción perfecta para nadar y pasar el día entre pozas de tonos verdeazules. En sus alrededores hay palapas, zonas para acampar y senderos donde el sonido del río se vuelve uno con el canto de las aves. Es el tipo de lugar que se disfruta desconectado de la tecnología y los pendientes cotidianos.
A unos kilómetros más, la Cascada Misol-Há te regala otra experiencia mágica. Tiene unos 25 metros de altura y una gruta que pasa justo detrás del velo de agua, perfecta para tomarte una foto impresionante o dejarte envolver por la bruma. Además, hay cabañas manejadas por una cooperativa chol, donde puedes pasar la noche, comer pescado recién preparado y sentir la calma de la selva mientras cae la tarde.
Destinos naturales en Palenque
Pero si hay un espectáculo natural que es el que hace que los viajeros se enamoren de este Pueblo Mágico, ese es el de las Cascadas de Agua Azul. Este conjunto de caídas forma un río de aguas turquesas tan intenso que parece pintado. Nadar aquí es una experiencia inolvidable, y los senderos que rodean el área permiten admirar el paisaje desde distintos miradores. La entrada cuesta unos $50 pesos.
Más escondidas, pero igual de impresionantes, están las Cascadas de Roberto Barrios. Son cinco caídas de agua rodeadas por selva, administradas por los habitantes de la comunidad. Es un lugar perfecto para nadar, meditar y disfrutar el sonido del agua. La entrada cuesta $40 pesos y el transporte desde Palenque no pasa de los $100.
Si prefieres un plan más tranquilo en cuanto a esfuerzo físico pero igual de sorprendente, puedes subirte a una lancha en las Lagunas de Catazajá, a media hora de Palenque. Este sistema de 49 lagunas es hábitat de manatíes, cocodrilos, nutrias y cientos de aves. Los paseos te llevan entre árboles de caoba y ceibas gigantes, mientras los guías locales comparten historias de la región y te ayudan a avistar fauna que pocas veces se ve tan cerca.
Si amas a los animales y el ecoturismo, Aluxes Ecoparque es una parada imperdible. Allí se rescatan y rehabilitan especies en peligro, como jaguares, guacamayas y cocodrilos. Además de recorrer los senderos, puedes alimentar tortugas, subirte a una lancha o participar en tours nocturnos. Todo lo que se paga ahí ayuda a mantener el trabajo de conservación y a reforestar la zona.
Y si aún te queda energía para explorar, Yaxchilán te espera con sus hermosos templos ocultos entre la selva y sus dinteles esculpidos que narran batallas mayas. Solo se puede llegar en lancha por el río Usumacinta, lo que hace del trayecto una aventura en sí misma.